Recuerdos entre tumbonas [Libre]

¿Cuántas noches faltaban para luna llena?

Debería estar más atento al calendario y no descuidarme, sería terrible transformarme estando en la academia... No quería ni pensarlo. Aunque cada fibra de mi cuerpo, cada uno de mis músculos y mis nervios notaba y sentía cuándo la semana lunar de mi cambio iba llegando, prefería estar atento a las noches y a los cambios de la luna.

Caminaba por la orilla de la piscina, mirando el agua con las manos en los bolsillos de los tejanos azules. Había pensado ir a nadar un poco, tal vez eso me ayudara a relajarme. Pero finalmente no me apetecía mucho meterme en el agua.
Siempre solo, Dereck, ¿Cuándo aprenderás a disfrutar de un poco de compañía para variar?

Hice una mueca viendo mi reflejo en el agua transparente, y me disponía a seguir caminando, cuando vi que no estaba solo. Había una chica allí, no la conocía, pero hice un gesto con la cabeza en su dirección a modo de saludo fijándome un poco mejor en su rostro, no era alumna mía.

Al parecer a la chica no le agradó contar con compañía. Lo vi primero en su expresión de sorpresa y luego en su gesto mientras se alejaba sin dejar de mirarme, como si fuera un monstruo que fuera a saltar sobre ella para tragármela de un solo bocado.
Mi expresión no varió, pero sonreí interiormente ¿Había algo en mi apariencia que le causara desconfianza o miedo? Al parecer sí. No sabía bien por qué cada persona que me había cruzado desde que llegué a la academia había reaccionado con temor o desconfianza al verme, a pesar de no conocerme y no ser yo más que un hombre que "pasaba por allí". No llevaba armas, no tenía colmillos, no era rematadamente feo para asustar a alguien que me viese de pronto, y no había gruñído ni abierto la boca para haber cometido aún ninguna falta grave. A buen seguro aquella chiquilla se había cruzado con criaturas mucho más peligrosas que yo y les había sonreído con dulzura...

¿Dónde estaba el problema? No lo sabía, la había saludado y ella se había limitado a alejarse como si mi cercanía fuese a contaminarla ¿De qué? ¿Por qué?
A lo mejor los licántropos emanábamos alguna especie de olor que espantaba a los demás, quizá teníamos el aura oscura o siempre dábamos una primera mala impresión.

Tomé una profunda inspiración. No hacía falta ser Einstein para darse cuenta de que la chica hubiera salido de la piscina, hubiera cogido su ropa y se hubiera largado si no fuera porque justo yo me interponía entre el borde y la tumbona donde descansaban sus prendas.

Ciertamente, eso no tenía por qué ser ningún problema, y yo se lo iba a demostrar, si ella quería salir corriendo de allí, por Gaia que podría hacerlo y yo no se lo impediría, todo lo contrario, lejos de mis intenciones detener la huida de nadie, aunque no conociese los motivos de su acongojo.

Decía Ghandi: "Un cobarde es incapaz de mostrar amor, hacerlo está reservado para los valientes."

Volví a meter las manos en los bolsillos y me giré, apartándome discretamente de la zona para dejarle vía libre de actuación a la muchacha.

La dejé vestirse sin mirarla, permaneciendo de pie y de espaldas a ella, hasta que hizo la última pregunta, y entonces me giré pero mis ojos no fueron a ella sino al agua de la piscina. La superficie tranquila y transparente me transmitía paz.

- Me encuentro bien, no esperaba encontrar a nadie por aquí, aunque supongo que no soy el único que pensó en darse un baño para relajarse tras un día largo - Respondí como si hablase conmigo mismo en lugar de con ella- Soy Dereck Jacobi, Profesor de la academia. Un placer.

Dejé pasar un momento, no me olvidaba de su inicial malestar al verme aparecer, podía deberse a que era una persona asustadiza o a cualquier otro motivo, eso a mí no me importaba, yo no había hecho nada para asustarla o que pensase que era una amenaza, aquello era una piscina pública, ella no debía ser la única que iba allí a pasar el rato ¿Verdad?

- Lamento haberla incomodado con mi repentina aparición, Sea, ¿Es usted alumna?- Pregunté, si lo era, no asistía a mi asignatura, pero tal vez iba a otras.

Mis labios se curvaron en una media sonrisa al escuchar su comentario sobre mi juventud ¿Cuántas veces había escuchado algo parecido desde que presentase mi solicitud para impartir clases en Greenwitch? Bastaba decir que si me hubieran dado un céntimo por cada persona que dijo que era joven y por cada uno que además alegó que no podía serlo sin ser mago, ahora sería uno de los hombres más ricos de los alrededores.
Sin embargo, ahí estaba, era profesor de la academia, a pesar de ser joven y a pesar de ser muggle ¿Quién lo hubiera dicho? Ni yo mismo.

Iba a responder a su apreciación, cuando escuché un golpe y un quejido y me giré en su dirección a la velocidad del rayo, creyendo, pensando que algo grave le podía haber pasado ¿Algún tipo de ataque? ¿Un golpe?
Mis ojos se fijaron en la muchacha a la vez que todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se tensaban para ir en su ayuda.

Estaba en el suelo... Tardé un segundo en comprender lo evidente, que no pasaba nada serio, solo que la chica se había caído de la tumbona. Hice ademán de acercarme a ella para ayudarla, pero dudé, y frené el movimiento, pensando que tal vez ella no querría que la tocase. No quería incomodarla, muchas veces era peor el remedio que la enfermedad, y bueno, solo se había caido de la tumbona, no pasaba nada, no era como si hubiera precipitado desde un tercer piso.

Me quedé mirándola sin saber qué hacer, yo y mi torpeza, mi timidez y mi falta de iniciativa.

- ¿Está bien? - Pregunté sintiéndome estúpido, con un esfuerzo evidente di un paso hacia ella y le tendí una mano sin tocarla, dejando que ella la tomase si lo necesitaba - ¿Necesita ayuda? ¿Se ha hecho daño?

Miré alrededor, tal vez buscando a alguien más, o quizá para no tener que mirarla a ella.

La seguí con la vista, cojeaba y sentí la necesidad de decir algo, pero me contuve mientras ella se sentaba en una tumbona y se secaba el cabello con la toalla.
La mención de "su amo" me sobrecogió, el corazón me dio un vuelco, pero enseguida ella añadió algo más, como para arreglarlo, y yo supe que no había nada que arreglar. Sentí algo de pena, muggles mascotas de magos... Los había a cientos, muchos de ellos incluso felices de serlo. Denigrados y utilizados como sirvientes. Reprimí un gruñido, qué lástima de raza humana ¿Dónde habría quedado su orgullo? Subyugado por el poder del más fuerte, supuse. Penoso.

Tomé aire y asentí ¿Y había dicho que su "amo" estaba en mi clase? Apreté los dientes, y conté mentalmente hasta diez antes de volver a abrir la boca. Cuando estuve seguro de poder hablar con calma, lo hice.

- Tal vez debería ir a la enfermería a que le curasen la herida, no parece grave pero podría ser muy molesta - Le aconsejé- ¿Conozco al amo de su... corazón? - Repetí con cierto embarazo- ¿Es alumno mío, quiere decir?

Lukas... Sí claro, le recordaba. El chico de la gorra y de las respuestas acertadas. Asentí.

- Sí, Lukas, ya sé a quién se refiere - Dije ocultando mis pensamientos y suspicacias. Realmente no era asunto mío lo que hubiera entre ellos, por eso no le di más importancia de la que pudiera, es decir, ninguna, pero entonces ella dijo algo más y no pude evista fruncir el ceño.

- No pienses cosas que no son...

- ¿Cómo dice? - Le clave una mirada inquisitiva.

Una vez estaba practicando las enseñanzas de mi mentor, algo salió mal y causé un pequeño destrozo en la casa. Intenté ocultarlo, pero cuando mi maestro llegó, comencé a hablar dando explicaciones sin que él me las pidiera, hablé sin necesidad, y entonces él supo que ocultaba algo... En ese momento, me dio un buen consejo: Una excusa no pedida, es una acusación manifiesta.

Es decir, que si no te piden explicaciones sobre algo, no las des, porque excusar algo sin necesidad hace parecer justo lo que pretendes evitar. Por eso cuando la chica dijo "lo que no es", me vino una pregunta a los labios.

¿Y qué "no es"?

Pero por supuesto, eso seguía sin ser asunto mío, así que lo pasé por alto y decidí cambiar de tema. Dirigí mi mirada de nuevo hacia el agua y tomé una honda inspiración.

- Había venido hasta aquí pensando en nadar un poco, pero en el último momento me arrepentí - Me giré de nuevo hacia ella - ¿Puedo preguntarle a qué se dedica usted? ¿Está estudiando o trabajando?

Con las manos hundidas en los bolsillos me quedé pensando en eso que dijo acerca de verme en "paños menores". Por mi condición y mi naturaleza hacía ya mucho tiempo que la desnudez no suponía ningún tipo de vergüenza para mí, ni en mi naturaleza humana, ni por supuesto en la de lobo, donde ese tipo de pudor que los humanos podían tener en ausencia de prendas que les cubrieran el cuerpo, no existía.

Esta bipolaridad en mis genes había hecho que ver un cuerpo desnudo, tanto propio como ajeno, de mujer o de hombre, no me causara absolutamente ninguna reacción extraña o adversa, era como ver a un animal en su propia piel, natural como la vida misma.

De todas maneras no había pensado en bañarme desnudo, porque sabía que no estando en un entorno adecuado, eso era inviable, con lo que la idea de verme en "paños menores" no iba más allá de lo que podía suponer verme con la bermuda de mi bañador Adidas.

Iba a decir algo al respecto de hacernos unos largos, cuando ella pareció pensárselo mejor y cambió de opinión alegando para ello el tema de su herida reciente.
No dije nada, si no quería bañarse, era muy libre de no hacerlo, yo tampoco pensaba quitarme la ropa para meterme en el agua, no me apetecía.
Un segundo después sentí llegar la lluvia y me moví rápido sin darme cuenta y sin reparar en que la muchacha estaba entretenida en buscar refugio porque de pronto había comenzado a diluviar literalmente sobre ella.

Situado a su espalda, observé la escena divertido, la vi abrazarse a sí misma rodeándose el cuerpo con los brazos, empapada y tiritando de frio. Parecía buscarme hasta que reparó en la bola mojada que era su ropa olvidada sobre la tumbona. Hice una mueca antes de acercarme de nuevo a ella con mi toalla seca en la mano, se la ofrecí.

- Tenga, lo único que le falta es pillar un resfriado - Comenté alzando un poco la voz para que me escuchase bien por encima del sonido fuerte de la lluvia al caer- Puede quedarse con ella, no me importa, tengo más en casa.

Era una toalla grande y estaba seca, podría cubrirse muy bien con ella, así no tendría que ponerse la ropa mojada para regresar a casa.

- ¿Vive muy lejos de aquí?