¿Encubierto?

Pues la verdad el traje de pirata no era tan feo como pensaba, no estaba tan mal... salvo por el olor pero tendría que acostumbrarme para atrapar a unos cuantos de esos en la taberna, lo peor es que debía cuidarlo porque es arrendado. Así aprenderán en el departamento que no vale la pena suspenderme, mira que correrme sólo porque en la práctica de tiro le pegue al idiota de mi jefe, si apenas salto un par de metros...al menos pude excusarme en que fue un "accidente", en fin ahora sólo queda demostrarles su error apresando un lote de piratas.

Entré a la taberna, no era un lugar muy acomodado ni iluminado, pero... parece que había metido en problemas...no esperaba tantos piratas, aunque una gran cantidad de esos tipos malolientes y ebrios cantaban había otros tantos que conversaban entre ellos aún sobrios apostando y cosas así que fácilmente podrían abrumarme...lo mejor sería elegir un objetivo específico y concentrarme en eso.

-creo que prefiero un pub en la civilización...- fue mi primera exclamación al sentir el aire viciado mientras buscaba un objetivo.

-...aunque podría cambiar de opinión- me rectifiqué al ver una alta y escultural chica morena sentada en la barra, puede que hasta apresando gente en una taberna pirata se la pueda pasar uno bien...

Fui a sentarme en la banca de al lado de la chica y mire lo que bebía sin que ella se percatara y pedí lo mismo.

-Dame un Vodka- le dije al mesero, la verdad no me gusta el Vodka solo pero dudo que tengan jugo de naranja para acompañarlo por acá. Después de pedir me voltee, apoyándome con los brazos en la barra y mirando el lugar pensando en cómo romper el hielo. Finalmente decidí una broma grosera, quizás en un lugar así funcionaría e impresionaría a la chica...o sólo me ganaría una cachetada y en ambos casos lograría abrir la conversación.

-¿Cuánto cobras?- le pregunté con una sonrisa en los labios esperando su reacción...

Habíamos desembarcado aquella misma tarde en el muelle de esta isla oscura, veníamos llenos de un gran botín, el último viaje había resultado virtuoso para todos… excepto para los aldeanos de aquella isla pequeña y los corsarios de ese par de navíos que asaltamos. Pero nosotros, teníamos galeones de sobra para darnos el lujo de beber toda la noche hasta caer ebrios, para comprar algunas curiosidades en el mercado negro o regalar… pero esa última idea no sucedería nunca.

Como siempre la taberna estaba llena de viajeros, de piratas borrachos, no había mejor lugar para reencontrarse con viejos “amigos” camaradas, para conseguir tripulantes, beber, bailar y porque no… tener una libertina aventura.

En cuanto hube entrado eché un vistazo alrededor y tener una aventura con alguno de ellos no me pareció agradable, a pesar de su “halagos” y sus miradas llenas de deseo, por la mía ellos adivinarían que esta noche no había venido a eso. Fui directamente a la barra pidiendo vodka, traía galeones, podía darme el lujo; quizás el día de mañana me apeteciera meterme en Galloway a buscar un buen platillo de comida francesa o italiana.

Poco tiempo había pasado cuando noté que alguien se sentó a mi lado pidiendo también un vodka… después se dirigió a mi. Giré ligeramente sobre mi asiento para mirarlo, picándome la curiosidad y deseando reconocerlo, pero nunca lo había visto, sus rasgos me atrajeron inexplicablemente, enamorándome por así decirlo de sus pequeños ojos asiáticos.

—Hoy no trabajo—respondí con una sórdida sonrisa—pero puedo cumplir vuestro deseo como cortesía de bienvenida por parte de la casa, nunca le había visto por aquí.

Dejé mi vaso sobre la barra y me puse de pie, avancé hacia él con movimientos gráciles y felinos, pasé un brazo detrás de su cuello, cerrando mi mano entre sus cabellos negros; acaricié su muslo con mi mano y acerqué mis labios a los suyos arrebatándole un beso corto con ferocidad, rayando en lo vulgar.

...Bueno...eso fue rápido...e intenso, disfruté el momento y... sentía que quería otro, que lo necesitaba, así que tomé la mano que la chica tenía sobre mi muslo y comencé a acercarme a ella, lentamente dispuesto a robarle otro beso.

¡Espera! me dije de repente mientras detuve mi avance ¿Por qué hizo eso? esta tipa claramente no es una prostituta y...fue demasiado fácil, no reaccionó como una mujer reacciona! ¿Qué quiere hacer? No...no puede ser...estará...¿tratando de ganarme en mi propio juego?...no me ganaría, aunque pensándolo bien...tampoco me molesta tanto que lo haya hecho, podría pasar un buen momento solo jugando a quién aguanta más, hasta podría provocar suficiente como para arrestar a alguien.

Después de mi reflexión miré a mi alrededor y gran parte de la concurrencia se había quedado mirando la escena, la mayoría con expresiones de celos y enojo, no haría falta demasiado para hacer que este polvorín estallara como lo hace el viejo Sun...la mecha estaba prendida, era hora de avivarla.

-Nunca rechazo un buen regalo- Le conteste poniendome de pie frente a ella y dándome cuenta que era poco más alta que yo, esto se pondría interesante -...y sería una pena desperdiciar tanto entusiasmo- La tome por su bien formado trasero, apegándola a mí mientras le robaba a su vez un beso veloz y apasionado, devolviéndole y quizás pasándome de la mano...literalmente hablando, haber cuánto sería capaz de aguantar nuestra alta pirata.

Él chico había correspondido de tal manera que doblegarse parecía más sencillo que nunca, varias semanas en alta mar sin nada de esto no era exactamente sencillo, y él venía como un afable banquete de recibimiento; no tuve nada en contra de devolverle sus besos y disfrutar de su lujuria y cada caricia cargada de indiferente pasión. Aquel primer beso pareció prolongado, deseoso de más cada vez, como si no fuera suficiente.

—Joder, tío vaya que te has encendido más rápido que una cerilla—exclamé.

Y luego de aquello, él quería más, yo también, no lo negaría de forma descarada, pero nada era gratis en esta vida, aún así dejé que se acercara después de vacilar, dejé que su arrogancia fuera más allá, como si Helena Díaz de Guzmán fuera una zorra fácil y más de uno en esta taberna lo sabía, muchos deseaban estar en el lugar del chino pero al mismo tiempo no eran tan hombres para pagar el precio. Un segundo beso fue robado, sus manos encontraron la confianza en mi cuerpo y después del principio me detuve en seco, mientras él seguía besándome sin ser ya correspondido, arqueé ambas cejas adoptando una expresión burlesca ¿No tienes más creatividad? Preguntaba en silencio. Y, de repente tomé su cabello con más fuerza tirando de su cabeza hacia atrás para despegármelo, ligeramente su cabeza quedó inclinada hacia arriba, para que me mirara a la cara y no en otra parte. La burla se formó general en la taberna y reí también.

—Dije que era una cortesía de la casa, no que prestaría mis servicios en mi día de descanso. —Susurré cerca de sus labios— Es obvio que no es placer lo que buscas, de lo contrario hubieras acudido a un burdel.

Me acerqué más a él todavía y le di un beso burlón en la comisura de sus labios, soltando una risilla burlona.

-Cuando vas por ahí lanzando chispas...te arriesgas a que algo prenda- contesté a su afirmación mientras seguía deleitándome ante un manjar que tan generosamente se me ofrecía...aunque...esto estaba siendo demasiado fácil, pronto sentí que había dejado de ser entretenido ante la falta de desafío y pronto pensé en dejar de a la chica...y buscar alguna otra presa, porque a pesar que era muy atractiva, no se podía proyectar algo más con alguien así "Lo que fácil llega fácil se va..." recordé a mi viejo maestro y si buscaba alguna chica no se dejaría tan fácil...

Espera ¿Por qué pienso en ella como si me fuera a casar, es mi presa! me dije Concéntrate Shikai, deja a la zorra y continúa el plan, esto ya se puso aburrido y no arrestarás a nadie así... termine de reflexionar y ya me iba a separar de ella cuando de repente siento un fuerte tirón en el pelo y resultó ser ella la que me aparto a mí y no viceversa, como si eso no bastara provocó la risa de los espectadores. Eso me enfureció, yo creía ser quién dominaba el juego. Esta chica no parecía ser tan fácil como aparentaba...

-¡Hey! ¿Quién te crees?- exclamé -Yo veré lo que busco no ne...- pero no pude seguir ya que un beso con sabor a ironía llegó a mis labios, aumentando la hilaridad de la taberna...eso si me hizo enojar, esta pirata no sabe con quién se mete.

Aprovechando su beso burlón la sujeté por la cabeza reteniéndola e impidiéndole despegarse de mi tan fácil como hubiera querido, momento en el que aproveché para incursionar suavemente con mi lengua mientras me sonreía con una expresión de satisfacción. La solté a los pocos segundos y a pesar que mi pelo seguía tomado por su mano e di el lujo de responderle

-Claramente tu no eres la ramera del lugar así, por lo que concluyo que lo haces por que lo disfrutas...o es tan solo "Amor al Arte"?- después de eso las risas claramente habían cambiado de objetivo...

Esto parecía haberse vuelto un juego, una competencia entre dos personas que se negaban a perder algo muy importante; la mayoría había olvidado lo que había estado haciendo y su atención recayó sobre nosotros, entre burlas y risas. Ciertamente a mi no me importaba, hasta ahora este chico no había herido mi orgullo, ni siquiera había penetrado ni un poco en el, no podía decir lo mismo en su caso, empezaba a contraatacar defendiéndose cada dos por tres, sus palabra que pretendían ser insultos era un poco sosas y torpes, había tenido peores peleas verbales en el pasado y lo que estos sucios piratas pensaran de mi también había dejado de importarme hace mucho, en este lugar o te adaptas o te adaptas, el mundo no era de los débiles y muchos de ellos ya yacían sus cadáveres en el fondo del mar o dentro del estómago de los tiburones.

Ensanché mi sonrisa.

— ¡Amor a arte, al vodka y a las cosas raras que trae la marea!—exclamé como si no fuera ya muy obvio, refiriéndome a él como un objeto raro— ¿Y por qué no tenerlas todas juntas si se da la oportunidad? Ahora, si no te gusta esto, te puedo presentar a unos amigos, nunca se sabe, los gustos varían según la persona.

Otra carcajada general hundió la taberna acompañado del tintineo de los vasos llenos de ron. Solté al chico, tenía un hermoso cabello, no quería despojarlo de él. Y me situé a su lado rodeándole el hombro con un brazo, como viejos camaradas, tomé el lo último de vodka en mi vaso de un solo trago y viendo que él suyo seguía todavía medio lleno lo tomé también.

—No nos gustan los intrusos—susurré en su oído para que nadie más escuchara.

Es que el chico tenía tres opciones, o era un intruso, era gay, o un nuevo en busca de parecer rudo y ganarse a los demás haciéndose el rudo. Lo primero haría interesante la noche, la segunda opción era lamentable y desafortunada, en cuanto a la tercera resultaba ridículo y tierno.
Me aparté de él y me alejé un poco como si fuera a irme, me giré arqueando una ceja y tendiéndole una mano en el aire como gesto de invitación.

—Entonces ¿qué? ¿Fomentamos el arte, amor? O ¿Te presento a Tony Montana?

Ja!, esta chica sólo sabía ocultar su orgullo herido con risas y burlas, mientras que el mío no tenía ningún rasguño. Sonreí satisfecho al sentirme vencedor, ella se creía la gran cosa y la verdad es que no era el gran desafío, pero si era bastante extraña, sus reacciones y ella misma eran impredecibles, lo que la hacía más interesante, por lo que terminé desechando la ocurrencia de irme de ahí, quería saber más de ella...

¡Hey! ¿Cómo que "cosa rara"? exclamé dentro de mi, y su insinuación de que yo podría ser gay causó risas en todos menos en mí. Pero cuando me amenazó susurrándome al oído, ya era obvio que algo estaba sospechando, más que asustarme me daba más curiosidad saber de ella. Entonces se levantó y me extendió la mano invitándome a seguirla e incitándome con otra insinuación de homosexualidad...haciendo alución a aquél psicópata prófugo de Tony Montana. Tomé entonces su mano suavemente y le di un tirón, apegando su cuerpo al mío, tomándola por la cintura y poniendo mi mejilla contra la suya le susurré.

-Y a mi me gustan las chicas perspicaces, aunque...me gustaría un lugar más privado para que descubras si estás en lo cierto- terminé diciéndole con voz suave y misteriosa. La miré directo a sus ojos unas vez dicho mi mensaje, entonces... reconocí esa mirada ¡Helena Díaz de Guzmán! me dije, no la había podido reconocer a primera vista, pero entonces me di cuenta que tenía un pez gordo al alcance...un pez gordo y muy sexy: la famosa pirata que está entre las decenas de carteles de criminales buscados en la central sería mi boleto de regreso...y con ascenso. Evité mi emoción al reconocerla y decidí continuar el juego como si nada hubiera pasado.

-Por supuesto que fomentaremos el arte amor- le contesté en voz alta -Aunque no se por qué cuestionas mis gustos linda, dudo que un gay te haga disfrutar lo que haz disfrutado ahora- dije dándome aires en tono irónico, escuchando que ahora en vez de risas el público daba exclamaciones de suspenso.

Pegada a él, sentí el agradable calor que su cuerpo emanaba fundiéndose con el mío, sus ojos mirándome retadoramente eran demasiado bellos y exóticos que hacían al muchacho casi irresistible, era su físico lo que llamaba mi atención, quería tenerlo pero más bien como un trofeo o una joya más en mi camarote… ¿Y si lo encogía y lo encerraba en una cajita de cristal? Nah, mala idea, seguramente se enojaría y entonces perdería el encanto, como en aquel momento cuando cuestioné sus gustos y se había puesto serio.

—Claro que me han hecho disfrutar, puede ser que hasta más… hay gente más graciosa que tú en el mundo ¿Sabes? Pero descuida, si sirve para engrandecer tu ego más, bueno… fue divertido.

Volví a soltar una carcajada, ese chico me estaba divirtiendo tanto como una persecución de muggles, era tan irresistiblemente arrogante, sin su sonrisita coqueta y arrogante era un chino aburrido y simple. Pero para su desgracia y quizás también la mía no era una aventura de esa clase lo que había venido a buscar a Death Island, por ahora el chino y yo nos quedaríamos con las ganas. ¿Disfrutado de él? Quizás, pero no de la manera en como él pensaba y su insistencia puso alerta mi instinto como una señal de alarma en mi cerebro. Porque estaba casi completamente segura de que no era un pirata, él tenía un poco más de clase, y tampoco era un gran capitán de barco, lo hubiera conocido, me preguntaba que buscaba, que venía a hacer a esta taberna además de improvisar una escena.

Aún así saboreé el peligro de cerca, como solía hacerlo siempre, sin separarme ni un centímetro de él, acercándome más si se podía, lo tomé por el mentón y le robé otro beso más, diferente esta vez, fue lento, suave, sublime, incluso tierno.

—Pero se acabó, no eres mi tipo. —Me puse seria por primera vez. Volví a susurrarle—No me interesa saber quien eres, es tu problema no el mío. Si es verdad lo que pienso tampoco voy a gritarlo a voz de cuello, qué es lo que tú probablemente harías en mi caso.

Si éste creía que me iba a acostar con él, estaba muy equivocado. Yo no era la zorra de nadie, yo era Helena Díaz de Guzmán, la implacable, quien movía las piezas en su propio juego. Entonces lo despaché con displicencia y me dirigí a la salida caminando coquetamente moviendo mis caderas de un lado a otro, que no compartiera el botín no significaba que lo dejara guardado en el cofre.

Ya parecía que Helena estaba cayendo de a poco en mi juego, reprimía mi sentimiento de alegría, ocultándolo mientras el momento de actuar se acercaba, pero para eso necesitaba hacer que todos estos piratas no se dieran cuenta porque obviamente no podría con todos.

Mientras pensaba la forma de solucionar el problema Helena aprovechó para quitarme otro beso, confirmando que todo marchaba sobre...Espera ¿Se esta llendo? ¿Qué hago? ¿Y cómo que no soy su tipo? pensé mientras veía a mi curvilínea presa caminar hacia la salida. Entonces improvisé, no se si bien o mal pero al menos funcionó: me bebí al seco el vaso del tipo que estaba a mi derecha y me gané un lógico golpe en la cara, aparenté salir despachado hacia la derecha a consecuencia del puñetazo y caí sobre otro pirata, éste me empujó fuera de su camino ya que obviamente quería pegarle al tipo que me había "lanzado" sobre él, esta vez no fue necesario actuar porque el empujón me lanzó directamente sobre una mesa donde jugaban y bebían otra partida de amigotes. Así, en menos de un minuto en la taberna volaban hechizos, espadas, cuchillos...y piratas. Era el momento de aprovechar la confusión del momento e ir por Helena. Después de pegarle a un par de tipos pude meterme bajo una mesa para pasar desapercibido.

-Mira que mentir diciendo que no soy su tipo, ya verá- susurré para mi mismo mientras desenfundaba mi varita -Deferatur- dije por lo bajo y al instante aparecí tras mi víctima, rodeé suave y sensualmente su cintura con mi brazo mientras me apegaba a ella y le ponía amenazadoramente la varita en las costillas, apoyé entonces mi mentón en su hombro, ya que mis labios no llegaban a su oreja.

-¿No esperabas irte sin mi? ¿Cierto amor? Te propongo de nuevo que vayamos a un lugar más privado a ver si soy tu tipo o no...- le susurré con cierto aire ironía, pero aunque parecía que había ganado la apuesta me mantuve alerta, dudo que un personaje así de perseguido fuera tan fácil de atrapar...

No había mejor momento para retirarse que ese, cuando iniciaba una gran pelea dentro de la taberna y todos esos ebrios piratas querían matarse unos a otros, sólo esperaba que después de esa riña no tuviera la tediosa tarea de buscar tripulación nueva. Pero no sería tan mala idea quedarme allí esas riñas se ponían interesantes, quizás encontrara a alguien con quien apostar y quitarle unos cuantos galeones… quizás algo más; no obstante mis intentos fueron frustrados cuando alguien se paró detrás de mi, no era ninguno buscando cualquier pretexto para luchar contra mí desafortunadamente, de verdad me sorprendió escuchar la voz del mismo chino con el que apenas hace unos momentos había estado jugando. El muchacho se posó “amenazadoramente” detrás de mi, sin perder esa sensualidad que tenía que admitir, le daba un toque interesante; no se que pretendía sacando su varita ¿Qué me asustara y fuera con él a donde quería? ¿Qué le complaciera si no me mataría? ¡Bah! Primero la muerte antes de ser de alguien a la fuerza, pensé con orgullo.

—Tu insistencia me abruma—murmuré con voz queda y serena.

Con mi mano izquierda tanteé la espada que esperaba tranquila en mi cinturón, el momento justo para actuar, desenfundé con rapidez, giré sobre mis talones quedando cara a cara una vez más en aquella noche, mis labios casi tan juntos a los suyos. Pasé mi brazo por su hombro y posé cuidadosamente el filo de la espada sobre su nuca; ninguno podría dar el siguiente paso sin herir al otro… divertido, definitivamente divertido.

—No necesito comprobar por otros medios lo que es obvio—dije sombríamente, sin sonreír, penetrando en esa mirada asiática con aburrimiento—Digamos que no me apeteces lo suficiente. Ahora que es interesante y quisiera saber ¿Por qué ir tan rápido con nuestra relación? No me acuesto en la primera cita, “amor”. ¿Dónde ha quedado el romanticismo?

Sea quien fuese este misterioso personaje, me daba la impresión de que no era sexo lo que quería únicamente; cualquier cosa que quisiera, sólo podía decir: se había equivocado de mujer.

Tal como había pensado, la susodicha había reaccionado rápidamente, pero en vez de liberarse nos había dejado a ambos comprometidos, esperando a que el oponente cometiera el primer error y mirándonos fijamente. Su tono era escalofriante, pero necesitaría más que palabras para detenerme, el problema era que no sabía muy bien que hacer a continuación, me gusta mi cabeza donde esta, pensé mientras analizaba la situación, pero por lo pronto lo primero que atiné a hacer fue contestar...

-No te mientas preciosa- respondí a su afirmación con una sonrisa -Además, lo último que quiero es apresurarme con lo nuestro, me gusta degustar de a poco...En realidad te seguí porque esperaba que me acompañaras al cuartel de aurores y si quieres de ahí coordinar nuestra próxima cita- dije guiñándole un ojo pícaramente.

Pero mis palabras mostraban más confianza que la ameritada por la situación, si empezaba a pronunciar algún hechizo seguro que pronto tendría un "ligero" dolor de cuello. Así que tomé la solución más "idónea" que se me ocurrió, no pudiendo moverme a los lados ni hacia atrás, hacia adelante: le planté un beso en la boca a Helena, movimiento que alejó mi nuca de el frío filo metálico y distrajo por un corto lapso a mi rival, con la agilidad que me ha permitido el entrenamiento de artes marciales, me hinqué rápidamente siguiendo el curvilíneo cuerpo de Helena, quedando apoyado sólo en la punta de los pies, me di una vuelta hacia atrás rodando por el suelo para alejarme de mi oponente y me levanté apuntándole aún con la varita.

-Ahora amor, te doy la última oportunidad que me sigas por las buenas- dije a modo de ultimátum, más bien por costumbre que por una sincera creencia de que botaría sus armas y se entregaría, pero al menos parecía que el duelo que se avecinaba pasaría desapercibido en el crisol de combates dentro de la taberna. Empecé a dudar de un "completo éxito" de mi plan e incluso se me pasó por la cabeza tener que irme con las manos vacías. Pero no, yo sería quién atraparía a Helena "la implacable".

Aquel dichoso juego ya me había fastidiado desde hacía bastante rato, ese chino más que satisfacerme me empezaba a aburrir y a provocar dolor de cabeza, era un niñato creído y arrogante que lo último que me pasaba por la cabeza era querer estar más tiempo con él; además ¿Qué se creía? ¿Que podía venir y robarme besos como yo robaba dinero? No señor, cada uno lo pagaría muy caro, con sangre se me antojaba…

Su táctica para liberarse había sido bastante inteligente y demostraba que era habilidoso, pero se necesitaba más que eso si lo que quería era “atraparme” y llevarme presa, no estaba en mis planes pasar una noche o dos tras las rejas, tenía muchas cosas más interesantes que hacer, la vida solía ser demasiado corta para desperdiciarla de tal manera.

— ¡Hay no!—exclamé sin vergüenza pero con el tedio marcado en cada sílaba— ¿Otra vez? Aurores vienen y van, van y vienen; y créeme, chinito… todos con la misma intención que tú. Pero ¿Qué crees? Sigo aquí, aunque ya olvidé la cantidad de veces que me paseado por su lindo cuartel… hasta su fortaleza... es tan bonita y brillante. Aunque no sería mala idea acompañarte para sacar de allí unos cuantos tesoros, siempre me han gustado esas cosas doradas que adornan su cuartel… ¿Es oro de verdad?
Solté una carcajada, parecía que este muchachito no tenía idea de lo que pasaba en los rincones de aquellos a los que él apoyaba y defendía recelosamente, tampoco se lo iba a decir yo, no tenía tiempo para dramas psicológicos y además cada quien estaba del lado. Sin embargo tiré mi espada al suelo y me acerqué a él con las manos en alto.

—Usted gana, dudo que me pueda defender, no tengo varita, sería muy estúpido de mi parte si intento ponerme contra un auror yo sola, indefensa…

Cuando estuve lo suficientemente cerca de él le propiné una patada en el estómago lanzándolo hacia atrás de espaldas al suelo, me lancé encima de él tomándolo por el cuello de la camisa, saqué una daga del cinturón y le hice un corte en la mejilla.

—Y recordarás este día como el día en el que… casi tienes sexo con la capitana Helena Díaz de Guzmán.

Me aparté de él, tomé mi espada y salí corriendo de la taberna con una sonrisa en el rostro. Me escabullí en un callejón y me transformé en gato, trepé hasta el techo de la taberna y corrí por encima de los tejados rumbo a La Esmeralda.