Encuentro familiar (Alec, Luk)

Caminaba por el suelo que no era tan liso como pensaba, estaba bastante desnivelado a decir verdad, quería recorrer un poco y conocer lo desconocido. Me había puesto una ropa liviana para la excursión y ate mi pelo cuidadosamente.

Sorpresivamente tropecé con algo y me agarre del hombro de Alec para no caer-ups, lo siento - me disculpe mordiéndome el labio, menos mal que lo había traído de compañía sino de aquí a que llegue a la cascada iba a llegar toda machucada.

Era fácil hacer enojar a mi hermano gemelos, en especial si yo era la causante de la molestia. Esperaba que no se embroncara a causa de mi torpeza al caminar, y se diera media vuelta y me dejara allí sola, casi le había rogado que me acompañe, ¿no esperaba que inspeccionara sola un lugar desconocido, o si?, para eso están los hermanos, sin importar lo mal que se lleven, aunque ese no era nuestro caso, no lo iba a negar, si nos peleábamos seguido pero solo por diversión mutua, aunque a veces lograba sacarme de mis casillas.

Seguí caminando esta vez con más cuidado, ya podía vislumbrar la cascada a poca distancia de allí, adelante mi paso para ubicarme delante de el. Aparte una rama con cuidado y la solté sin pensar, me pare en seco a notar que Alec venía justo detrás y tal vez la rama, a causa del vaivén, había impactado sobre su rostro. Me di media vuelta para enfrentarlo, con los ojos muy abiertos intentando parecer inocente.

La verdad estaba completamente en mi mundo, y todo lo que hacia mi hermana no me llegaba, a pesar que me había traído obligado a este maravilloso lugar, en mi fuero interno refunfuñaba, siempre hacía lo mismo y como era tanto lo que insistía, obligatoriamente dejaba que me llevara a sus cosas, siempre era el de salir juntos, porque ella sola no podía, sabía que a veces le daba miedo y yo era su escudo más cercano, de una u otra manera no me molestaba, ya estaba más que acostumbrado cediendo a cada petición de ella, solo aquellas que era salir a lugares espléndidos, ella sabía que si de compras se trataba tenía que darme algo a cambio.

Mientas caminábamos, mis ojos se gozaban de tan bello paisaje, la naturaleza era lo que más me gustaba y bueno, Greenwitch tenía mucho paisaje que ofrecerme, o por lo menos eso había dicho nuestro padre, bueno, esto era mágico en verdad que me hacia tomar bocanadas de aire para sentir el tan puro aire fresco que nos seguía con sigilo, era encantador y mis cabellos bailaban al compas de su salvaje ritmo, en un momento mi hermana se tropezó y se afirmo de mi, para soportar eso y no criticarle solo le di un largo suspiro y seguimos andando.

Por alguna razón Darya se adelanto, quizás ha de ser la cascada que ya se podía ir sus aguas impactar contra las rocas, el aire cada vez se hacía más frío que de apoco erizaba mis bellos de mis brazos desnudos, traía un vestuario adecuado para el lugar aunque a decir verdad siempre traía mis jeans azules oscuros, eran mis pantalones favoritos y los mas cómodos como para estos lugares.

De pronto una rama llego fuertemente a mi rostro, era mucho más doloroso que las cachetadas que me habían dado algunas chicas, mire al frente y ahí estaba, ella, la culpable, mirándome con rostro casi inocente si no la conociera bien me diría que no fue intencional y aunque no lo fuera le parecía divertido, fruncí el entrecejo acariciándome mi mejilla lastimada, no sé por qué razón sabia que me quedaría bastante roja, apreté el puño y cerré los ojos.

-si no corres ahora te aseguro que te aniquilo de inmediato Darya…

Los volví abrir y no me importó si ella estaba ahí o había salido corriendo, lo que hice fue voltearme para devolverme a la Academia y dejarla ahí sola tirada, ella era lista a sí que sabría salir por si sola de este lugar.

Sábado por la mañana y la pereza no fue capaz de dominarme, sentía una necesidad incesante de hacer algo, era el primer fin de semana en la academia y no pensaba desperdiciarlo quedándome dormido hasta medio día, eso no era lo mío, necesitaba salir con urgencia de esa habitación como si no hubiera salido ya lo suficiente en toda la semana, como si no hubiera sido suficiente ser casi atrapado por unos guardias, una persecución y un duelo; como si estar a punto de matar a mi esclava varias veces en la semana hubiera sido únicamente una ligera distracción; como si haber sido castigado y reprendido ya un par de veces no funcionara conmigo… espera, no, no funcionaba, mi yo masoquista quería más, quería meterse en problemas y demostrarles de todas las maneras posibles que estaba en contra de ellos y que no iba a descansar hasta que esto terminara… o pereciera en el intento. “Lukas, ya hablas como la loca de tu madre” me reprendí mientras caminaba con Shyr colgada sobre mi hombro. “Bueno… quizás nos parecemos más de lo que yo mismo quisiera admitir… me ha contagiado su locura, genial.” No obstante muchos otros me veían con malos ojos y aseguraban que mi parecido era mayor con el de mi padre, de pronto en sus ojos veía que esperaban que me convirtiera en un mago oscuro de un momento a otro y estuvieran listos con sus varitas en los bolsillos, esperando el momento adecuado para darle caza a un animal feroz; bueno, no los culpaba… los prejuicios hacían que las personas cayeran en la inminente ignorancia, tampoco me importaba lo que ellos pensaran o esperaran de mi.

Sentí algo parecido al enojo revolotear en mi estómago y antes de que este se convirtiera en ira suspiré profundamente y traté de calmarme distrayéndome al tomar algunas fotografías al azar sólo con el afán de hacer algo.

— ¿Cuál será el tema de hoy, Shyr? ¿Frustración te parece? De verdad no puedo creer como esa impura se atreve a dirigirse así hacia mí; debería estar más agradecida ¡Pagué 600 galeones por ella!

Dejé de enfocar la copa de un árbol con el lente de Shyr y me di la vuelta para continuar con mi camino. Las cascadas eran un buen lugar para obtener buenas fotografías, no estaba lejos. Cuando me hube dado la vuelta para continuar mi camino choqué con alguien y Shyr cayó de mis manos hasta el suelo, escuché un sonido poco agradable, se había roto…

—Fíjate por donde caminas. —dije molesto. Agaché la mirada para conocer a la persona culpable de que Shyr estuviera hecha añicos.

Me quedé petrificado en mi lugar, sorprendido como si acabara de ver un fantasma… no algo peor que eso, los fantasmas solían ser agradables. ¿Qué hacía aquí? Quizás debí haber leído las cartas que estaban en mi escritorio antes de romperlas y prenderles fuego. Cuando salí del shock recogí los pedazos de Shyr del suelo, endurecí mi expresión y di media vuelta para regresar por donde había venido, no hablaría con él.

Mire a Alec, el lado derecho de su cara estaba ya enrojeciéndose levemente a causa de la cachetada involuntaria que le había dado aquella rama, que sin querer, había incitado para que le propinara aquel golpe. Mordí mi labio con más fuerza viendo como la ira fluía por su cuerpo, signos claros de esto eran sus puños cerrados, al igual que sus ojos, y su seño fruncido.

No llegue a disculparme que ya me estaba amenazando – si no corres ahora te aseguro que te aniquilo de inmediato Darya-, pensé seriamente en cumplir su petición, prefería no estar cerca cuando mi gemelo estaba enojado. Di dos pasos hacia atrás con las manos extendidas hacia delante, como si eso para el enojo de Alec. Dos segundos después el ya estaba caminando en dirección a la academia.

En mi boca se formaba una pequeña ``o`` a causa de la sorpresa, esperaba que me corriera por todo el lugar, como cuando éramos niños, pero no que me dejara allí sola. Sabia como volver, pues claro que sabia!, pero eso no significaba que no me diera algo de miedo quedarme allí, sola, con todas las historias que había escuchado de la academia. Habían pasado unos segundos y ya casi no vislumbraba la figura de la espalda de mi hermano, comencé a desesperarme un poco por lo que empecé a correr detrás de él, no antes de mirar hacia atrás por si las dudas, por alguna razón el lugar me hacía sentir insegura.
Lo alcance, no antes de esquivar varios árboles y arañarme con varias ramas, maldiciendo por llevar una camisa con mangas cortas.

-Oye! No pensabas dejarme aquí, o si?- mire directamente a Alec, si las miradas matasen la mía le hubiese quitado la vida a mi hermano. Recién en ese momento me percate de que estaba acompañado, dirigí mi mirada al chico de mayor altura, me sacaba unos 15 centímetros, reconociéndolo por fin.

Mientras seguía mi andar algo apresurado para dejar a Darya atrás, rechinaba los dientes, como es que mi hermana siempre hacía cosas como esa, y hoy no la seguiría por una extraña razón tuve que voltearme para devolverme a la Academia, o al menos ese era mi objetivo, pero se vio truncado al momento en que sin querer choque con alguien, mi fuero interno pedía disculpas y al momento en el que mis labios se abrían para realizar lo que mi mente quería quede en estado de shock con mis labios semis abiertos, no podía creer que veían mis ojos, en el instante en que el chico se agacho y alzo su rostro, de inmediato supimos quien era el otro, una leve sonrisa apareció por mis labios, me daba mucho gusto de volver a verle, pero esa sonrisa se esfumo cuando él se levanto y se fue, sin dirigirme alguna palabra, sentí algo de tristeza quizá el no se había dado cuenta de quién era yo, pero no, porque en sus ojos pude reconocer que me conocía muy bien y que no me equivocaba de quien se trataba.

-Luk…

Susurré despacio y su nombre se fue con el viento, dejé de acariciar mi mejilla lastimada, ya no me ardía, si no que sentía un vacio en mi interior, Luk, ¿por qué se comportaba así?, yo que sabía no le había hecho nada, ni menos durante estos dos años sin que nos viéramos, quería saber cómo estaba mamá, pero, se había ido, una vez más fruncí el ceño no le seguiría ni nada, lo dejaría en paz por estos momentos, a lo mejor nos encontrábamos después y le preguntaría porque rayos se fue así sin saludar o algo, ladee mi cabeza tomando lentamente aire, intentando relajarme hasta que apareció Darya con una mirada amenazante, claro que no le di ni una importancia a su expresión e hice como si nada hubiera pasado para responder con sarcasmo.

-como se te ocurre Darya jamás se me había pasado por la cabeza dejarte aquí sola tontita…

Pero sucedió algo, no, no le dejaría ir así como así, dejé a Darya atrás y seguí rápidamente los pasos de Luk, cuando estuve bastante cerca apreté su brazo algo suave pero firmemente, me puse al frente de él cortando su paso, no le dejaría escaparse tan fácilmente de mí.

-Hola Luk…

Mi voz sonó seria y casi agria, no me caía en la cabeza el comportamiento de este chico, fruncí él entre cejo esperando alguna reacción de Luk, no quería enojarme con el pero ya la verdad estaba bastante de los nervios con lo de Darya y ahora de él, como que si se creyera algo, no lo sé, no lo entendía.

-dime, como está nuestra madre.

No esperé respuesta ni nada para que saliera otra vez una leve sonrisa y mi rostro de ablandara a la vez que había dicho “nuestra madre”, la extrañaba y mucho y esperaba con toda mi alma que Luk me digiera algo de ella.

Sus labios susurraron mi nombre, o la mitad de este, y la sangre ardió en mis venas como si ese sonido bajo fuera la chispa que hacía detonar la pólvora haciendo que recorriera el mismo fuego dentro de ellas. Alejarme de allí era lo mejor que podía hacer, no estaba huyendo, tampoco le estaba dando la espalda a los problemas, estaba evitando asesinar al bastardo de mi madre y después arrepentirme de ello, no me arrepentiría por mí, sino por ella, a pesar de que la habían abandonado los quería incondicionalmente; aunque el semblante de Alexia siempre se mostrara tranquilo y fuerte, yo sabía cuanto sufría la lejanía de sus hijos, la había visto derramar lágrimas a escondidas de los demás y escribir cartas de manera esperanzada que jamás serían respondidas, enviar regalos de navidad y cumpleaños que tampoco serían agradecidos. Por mi cabeza no cruzaba otros pensamientos que los deseos asesinos, Maythar musitaba tentadoramente en mi cabeza “mátalo, mátalo, es lo que más quieres, hazlo, sabes que es la única forma” Pero le ignoré y seguí caminando, además no mucho después escuché otra voz femenina interactuar con él, aunque no presté atención a su conversación, eran asuntos que no me interesaban. Bajé la mirada para desviar mi atención de todo lo que tuviera que ver con él, miré a Shyr rota en mis manos, saqué la varita y murmuré “reparo”, como siempre volvió a estar como nueva, borrando el infortunio de aquel encuentro, entonces, la guardé en el bolsillo de mi chaqueta antes de que el coraje me hiciera romperla de nuevo.

De pronto algo se cerró con firmeza alrededor de mi brazo, deteniendo mi paso y antes de que pudiera volverme, ese mal nacido se me aparecía nuevamente enfrente, saludando como si el tiempo no hubiera pasado y siguiéramos siendo viejos camaradas, al parecer Alec no se había dado cuenta que habían pasado poco más de dos años, o quizás lo tenía en cuenta pero no le importaba y su arrogancia era mucho más grande que la mía que creía podía llegar y meterse en nuestras vidas otra vez. Me solté de su agarre como si fuera más asqueroso que comer grajeas sabor vómito y excremento de dragón. Por primera vez lo observé con detenimiento, había cambiado físicamente, y había crecido unos centímetros, aunque la última vez que nos habíamos visto él era más alto que yo… como se suponía eran los hermanos mayores… ahora yo le superba un tanto; nuestros rostros reflejaban que ninguno era lo que había sido hace dos años, yo no recordaba haber cambiado mucho, pero estaba consciente del hecho, en él era más grande la diferencia, pues el tiempo borraba ciertos recuerdos de la mente, sobre todo, en mi caso, aquellas memorias desagradables.

Habría seguido con mi camino, pero su voz nuevamente llenando el lugar, engrandecida por los silencios de la naturaleza, me detuvo en el acto y no me moví un paso más, incapaz de seguir conteniéndome, cegado por la cólera que intentaba no me dominara, pero ya era demasiado tarde.

— Como si eso te importara—solté entre dientes, mi voz fue dura y mordaz, no merecía ningún gesto de amabilidad de mi parte. — Desde cuando te importa el bienestar de “MI” madre, Baroni. No tienes ningún derecho a venir y preguntar por ella cuando la has ignorado todo este tiempo.

Antes de que pudiera darme cuenta de lo que hacía, cerré mi mano en un puño, lo levanté y lo planteé con fuerza en su mejilla para borrar la asquerosa sonrisa de su rostro.

—Eso, es por ella.

¡Qué sorpresa aquella! Era Luckas, mi pequeño hermano menor, o eso era lo que mi mente recreaba al pensar en el, ya que ahora era muy alto, sobrepasando mi altura y la del mismísimo Alec, los rasgos redondos de su niñez ya casi habían desparecido ¡Cuánto había crecido!, su parecido con Ludwing había aumentando, dejando pocas facciones características de Alexia. Me quede allí pasmada, no esperaba encontrármelo aquí.

No me dio tiempo a saludarlo que ya estaba desasiendo el camino que seguramente, minutos antes, había recorrido. Fruncí el seño extrañada, probablemente había reconocido a mi gemelo pero sin embargo se iba, ignorándonos. Que yo recordara jamás nos llevamos mal con él, aunque hacía años que ya no convivía con Luk. Lo seguí con la mirada mientras se alejaba.

La voz sarcástica de Alec me saco de mis pensamientos, me gire para verlo, rodando los ojos ante su comentario obvio, pero al igual que segundos antes había hecho Lukas el también se marcho, siguiendo el rastro de nuestro hermano, dejándome sola por segunda vez en el día, algo que al parecer se le estaba haciendo costumbre. Suspire fuertemente, algo me decía que esto no iba a terminar demasiado bien, mucho menos con caracteres tan fuertes como los que compartían ambos chicos. Lo seguí apresuradamente, esperando que nuestro hermano no se hubiera alejado demasiado… había tantas cosas que quería preguntarle.

Los alcance metros más adelante, Alec estaba obstruyendo el paso de mi segundo hermano, haciéndole una pregunta que nos interesaba a ambos, una de las miles que rondaba en mi cabeza desde el momento en que salía el sol hasta que se ocultaba, que me atormentaban y me quitaban el sueño en las noches… ¿nuestra madre estaba bien?, ¿Dónde estaba?, ¿nos extrañaba?, millones más de preguntas se agolparon precipitadamente en mi cabeza, mareándome un poco.

El ambiente poco a poco se fue tensando tras cada palabra dicha por Lukas, palabras que dolían tras ser mencionadas una a una como pequeños y molestos aguijones que se ubicaban en el centro de mi pecho. Ya preveía la reacción de Lukas antes aun de que moviera su puño, solo puede gritar un prolongado ``noo``, y acercarme unos pocos pasos ya que no estaba tan cerca como me hubiese gustado, Alec nuevamente recibió un gran impacto en su mejilla. Tape mi boca para acallar el grito mientras me acercaba- ¿Qué demoños te pasa? ¿Estás demente, maldito violento?- le acuse al que alguna vez vi como hermano, empujándolo con un dedo acusador sobre su pecho enfatizando cada palabra, poniéndome casi de puntillas para quedar a su altura. Me voltee para ver el rostro de Alec, que al parecer hoy no tendría un buen dia.

Su ira y sus estúpidas palabras alimentaron mi enojo, le miraba seriamente y antes de poder reaccionar, su puño golpeo mi rostro haciendo que mi cabeza se girara un poco hacia un costado, esperé que quitara su mano, algo de esto me hizo gracia, e internamente una enorme sonrisa apareció, el no sabía nada, el no entendía lo que realmente sucedía, el…no era nada más que un muchacho estúpido que no entendía las cosas que realmente sucedían.

En pocos minutos apareció Darya muy molesta gracias a la actitud de este mocoso, incluso mi hermana le había desafiado imponiéndosele en frente enfurruñada, tocando su pecho con su frágil dedo, Darya no era así hasta que veía algo injustamente, tomé aire otra vez haciendo como si nada hubiera pasado esperando que Darya se alejara de él, mire a Lukas con tranquilidad acercándome un poco a Dar y la alejé del mocoso entrometido, entonces ahí desate un poco mi furia, pegándole un puñetazo en la boca de su estomago, algo bueno que me había enseñado Gabriel era pegar en algunos puntos débiles como en ese lugar y luego le pegué otro puñetazo en su rostro.

-insulso hermano menor, tú no sabes nada de cómo son las cosas aquí o ni si quiera me hubiera dignado a volver por ti y saber cómo esta nuestra madre.

Enfatice las últimas palabras para que le quedara claro que nosotros también éramos hijos de Alexia y no solo él, mis puños aun estaban cerrados y mi ceño muy fruncido, dolía pegarle me dolía tratarlo de esta manera pero él no era quien para tratarnos así menos a mí, esta vez se había metido con su hermano, aquel que aun le apreciaba, aquel que aun recordaba viejas vivencias infantiles, juegos absurdos y risas furtivas aquel que se daba cuenta que su hermano de toda la vida le odia por cosas que no entendía bien y él quería entender lo que le pareciera conveniente.

Aún cegado por mi propia ira deseaba seguir golpeándolo hasta que mi enojo cediera, desquitar con él todo el tiempo de ausencia, como si el dolor de mi madre fuera a disminuir de aquella burda y animal manera, pero sorpresivamente apareció Darya, mi otra hermana, su voz molesta irrumpió mis pensamientos y desvié la mirada hacia ella, agachándola cuando se acercó de una manera que pretendía parecer amenazadora, ella era muy parecida a mi Alexia, y cada vez se parecía más, aunque hubiera querido odiarla a muerte como al mismo Alec con ella simplemente no podía, ni siquiera ahora que probablemente me despreciara. Su llegada había sido capaz de calmarme y distraerme, no podía apartar mis ojos de ella; mi cuerpo se relajó de su postura defensiva y la mano con la que había golpeado a Alec se abrió lentamente. Lo mejor que podía hacer era irme de allí y tratarlos con la misma indiferencia con la que nos habían tratado los últimos dos años, no dirigirles la palabra durante todo el tiempo que se quedaran.

Pero entonces, Darya se hizo a un lado con un impulso involuntario y segundos después sentí un golpe en el estómago que me hizo doblarme sacándome todo el aire, me llevé ambos brazos al estómago y antes de que pudiera hacer algo recibí otro golpe en la mandíbula. Caí de rodillas al suelo, pero la conmoción no duró mucho, sin embargo me quedé allí escuchando lo que decía y riendo saboreé mi propia sangre manando de mi labio inferior… sangre.

—Y tú… no sabes como es la situación ahora, deberías al menos tener la decencia de mantenerte lejos y evitarle más sufrimiento a Alexia.

¡Mátalo! Gritó Maythar furioso que nunca ¡Mata a ese humano, no tiene derecho a tratarnos así! ¿Recuerdas lo que pasó nuestra madre? ¡Y él tiene la culpa de todo! Ella no querría… le respondí. ¡Si tú no lo haces lo haré yo!

Sentí una punzada en el pecho provocando un dolor desgarrador, por un momento pensé que había sido Alec, pero no había ningún dolor superficial, tampoco había sido la sensación del impacto de algún hechizo. Y así como había llegado se fue, le devolví una mirada y sonrisa socarronas, aquel ya no era el mismo Lukas. Me levanté con increíble rapidez y agilidad, tomé al chico del cuello y lo lancé al suelo.

—No vuelvas a poner tus sucias manos en mí, repugnante humano. —Siseé sacando mi varita y apuntándole directamente— ¡Crucio!

El poder de la maldición corrió por mi brazo izquierdo disfrutando sus efectos, provocarle dolor a los demás era satisfactorio, pero era mejor cuando dejaba de escuchar los latidos de su corazón, verlos inertes en el suelo con una mirada perdida y vacía…

—Y no lo volverás a hacer… ¡Avada Kedavra!

Luché contra Maythar con todas mis fuerzas, eso no es lo que querría Alexia, tampoco yo lo quería aunque resultara difícil de creer incluso para mí, desvié la varita en el momento preciso y el rayo pasó cerca de Alec impactándose en el suelo, le devolví una mirada, que ocultaba el terror que se apoderaba de mi después de que Maythar tomaba posesión de mí. La varita tembló en mi mano y cayó, la dejé tirada y pasé por un lado de los dos, yendo por el lugar donde ellos habían venido, golpeando lo que se me pusiera enfrente; llegué a la cascada y ni su belleza o sonidos amortiguaron lo que sentía en esos momentos. Tomé una piedra y la lancé al suelo rompiéndola en mil pedazos, despotriqué al viento maldiciones en élfico.

— ¡Déjame ya en paz! ¡Tú no vas a tomar control sobre mí! ¡No te lo permitiré!

El rostro de Alec se veía enrojecido a causa del puñetazo, di un paso apartándome de Lukas para examinarla herida de cerca, seguramente se hincharía necesitando unas buenas dosis de hielo para que su rostro volviera a su forma normal. Mi gemelo aprovecho este movimiento para arremeter contra mi otro hermano, su mano golpeo el estomago y la cara de Luk, dejándolo por un instante sin aire. Ahora podía ver el parecido entre los dos, del que tiempo atrás no me había percatado, ambos eran demasiado vengativos y no se rendían fácilmente.

-¡Ya paren los dos!, Alec suéltalo!- grite con el seño fruncido, acusándolo… era el mayor ¿Dónde quedaba la supuesta madurez?, no logre ningún efecto en ninguno de los dos muchachos, no veía como separarlos, no era lo suficiente fuerte y había dejado mi varita olvidada, ya que aun no había desempacado totalmente, maldeci para mis adentros por ser tan descuidada, no pensaba que un paseo por la cascada fuera tan problemático.

Iba a utilizar la fuerza, la poca que tenía en realidad, para sacar a Alec de encima de mi hermano menor, pero este se aparto dejando a Luk de rodillas, un hilo de sangre se deslizaba de su boca a su barbilla, ya luego discutiría con mi gemelo sobre su agresivo instinto. Me iba a acercar para ver como se encontraba este pero su voz me aterro, literalmente, logrando que diera un paso instintivo hacia atrás. Al escuchar la maldición chille con todas mis fuerzas, no lo podía creer, mis ojos se humedecieron al ver a mi gemelo sufriendo y corrí a su lado, trastabillando en el camino.

Mire a Luk- Para ya!- le grite, con la voz quebrada sintiendo las lagrimas desbordarse y caer por mis mejillas, mojando todo a su paso, ahora prometía torturarme por haber olvidado aquella estúpida varita. Casi muero en el momento en que las palabras del maleficio Avada Kadavra salieron de la boca de Lukas, el aire ya no entraba en mis pulmones. Afortunadamente había cambiado la dirección de la varita, desviando aquella sentencia de muerte.

Respiraba agitadamente mientras veía como mi hermano corría en la dirección contraria a la que hacia un rato se dirigía. Me voltee a ver a Alec, esperando que no hiciera lo que ahora mismo estaba pensando- Alec ni se te ocurra- le amenace, esperando que su instinto vengativo no naciera justo ahora. Con mi mano borre el rastro salado de mi rostro, suspirando para recuperar la compostura.

Cuando lo vi arrodillado en la tierra y del costado de sus labios caía un hilo de sangre me asuste un poco pero no perdí el enojo que le tenía a este chiquillo, lo miraba seriamente sin odio, porque a él no podía odiarle, primero porque era mi hermano, segundo porque le quería, y tercero pensara lo que él pensara yo lo había extrañado mucho, pero mi rostro cambio al horror cuando de sus labios salieron unas palabras que me habían llamado la atención, me había dicho “humano” lo miré extrañado y en cosas de segundo se levanto y me tiro al suelo, en el momento que me iba a levantar dijo un maleficio, me revolqué en el suelo por el dolor moviéndome desenfrenadamente, no podía creer, no lo podía creer, mi hermano, maldiciéndome.

Ya cuando pude estar mejor sentí a Darya a mi lado, muy preocupada diciendo cosas que no podía similar mi cabeza hasta que otras palabras dejaron que respirara y abriera los ojos como plato, Lukas que me quería muerto, alce la vista sin poder moverme, de verdad, el me odiaba, pero, movió su varita a unos centímetros de mi,” Lukas…” dije su nombre en mi fuero interno, ahora sí que estaba molesto, lo había logrado, no preste atención a las palabras de Darya y me levante de inmediato siguiendo los pasos de Lukas, ahora sí, le tenía rencor, un enorme dolor se alojo en mi pecho sintiendo un frío peor que hielo, una pequeña lágrima se escapo rondando lentamente por mi mejilla, ahora ya no tenía conciencia de lo que quería hacer, solo, saque mi varita le apunte y dije con un toque de odio en mi voz.

-¡Crucio!...- mientras lo veía una pequeña sonrisa apareció por mis labios, me acerque a él y con fuerzas de una patada en su estomago, acto seguido lo tome de los mire la cascada y lo tire en ella, veía todo borroso gracias a las lágrimas y también me lancé al agua dándole otro puñetazo en su rostro.

-¡maldito! Intentaste matarme, maldito…¡ porque! Lukas, porque…

Estaba agotado, me sentía más cansado que nunca y Maythar de pronto parecía más fuerte, más real y abominable, su presencia dolía como miles de cuchillos clavados en mi corazón, él era como un volcán dormido durante siglos conteniendo su fuerza de destrucción hasta un momento preciso.

Me tiré sobre a tierra, pasé desesperadamente mi mano entre mis cabellos, preguntándome que haría con este problema, porque sí, era un problema muy grande para mí y para todos; escondí mi rostro entre mis manos, entonces me di cuenta que estaba temblando de pies a cabeza, además ese dolor interno no se iba y cada vez era más fuerte que resultaba difícil suprimirlo. Agradecí haber dejado atrás a Darya y a Alec, no tenía ganas de enfrentarme a sus críticas “intentaste matar a tu hermano” eso pareció a la vista de todos, nadie me creería si les dijera que no había sido yo, para ellos y para todos podría resultar difícil comprender, tampoco me iba a detener a darles explicaciones a esos bastardos, que pensaran lo que quisieran.

Miré desinteresado el agua de la cascada caer, me sumí en sus aguas feroces perdiéndome de todo lo demás que me rodeaba, pero entonces el dolor vino más fuerte que antes de forma sorpresiva y me sacó febrilmente de ese mundo que parecía simple y perfecto, devolviéndome a golpes duros a la cruda realidad. Intenté contenerlo dentro de mi cuerpo, como siempre, pero era más grande que me derribó en cuestión de minutos… sin embargo diferente. Abrí los ojos y distinguí el rostro de Alec tras esa máscara furibunda que formaban sus facciones, le devolví la mirada inexpresivamente con… “¿tristeza?” pero las notas de mi voz estaban mudas para expresar cualquier cosa. No me molesté en intentar defenderme, esa clase de dolor era agradable comparado con lo que Maythar me provocaba y dividía mi alma entre la de una criatura de sentimientos y una corrompida como lo era el elfo oscuro.

Lamenté que hubiera parado, aunque al verle supe que no había terminado, iba a levantarme cuando volvió a derribarme de una patada en el estómago y me pregunté ¿Por qué no me defendía? No necesitaba una varita para hacer magia, mis reflejos y agilidad, tal vez hasta mi fuerza eran mayores a la suya, no obstante, pese a mis evidentes ventajas dejaba que el ganara y me humillara, pero ¿Por qué? Quizás era que en el fondo deseé la misma muerte antes que convertirme en un monstruo. De pronto, de un momento a otro caí al agua y recibí otro golpe suyo en el rostro; al escuchar su voz rota por el llanto.

—Por que… —no tenía una buena mentira para eso—no lo se…

Lo tomé de las solapas de su camisa y nos obligué a desaparecer de allí para reaparecer nuevamente a la orilla de la cascada donde estaba Darya.

—Por que… eso soy… —respondí átono —un asesino. Por que no soy bueno… Eso hacen las personas malas ¿no? Matan sin razones aparentes, porque lo disfrutan… hacen sufrir a otros sin importarles si esas personas tienen sentimientos o no… en todo caso ¿Qué son los sentimientos? Inútiles.

Le lancé una mirada desafiante a ambos y una sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro.

— ¿Por qué no me matas? Soy un maldito… tu lo has dicho, estoy maldito; termina con esto antes de que le haga daño a los demás, antes de que lamentes no haber aprovechado esta oportunidad, Alec…

Bufe con fuerza y patee con rencor el suelo que se encontraba bajo mi cuerpo, ¿Cuándo Alec me había hecho caso? Y ¿Por qué lo haría justo ahora?; me levante frustrada mientras veía a mi gemelo escurrirse entre los arboles sin poderlo evitar, el lugar quedo extrañamente vacio sin los gritos de la pelea que había tenido lugar allí segundos antes.

Ahora estaba furiosa, con ambos, ¿es que no podían hablar civilizadamente?, lo seguí con paso apresurado llegando en el momento preciso para ver como Lukas recibía el mismo maleficio que minutos antes Alec había sufrido y observar cómo era arrojado al agua con horror, no importa quién recibiera el golpe en este caso, cualquiera que saliera herido era importante para mí, ambos eran mis hermanos sin importan con quien había compartido la mayor parte de mi vida, a ambos los quería.

- Alec, suéltalo ya!- le acuse por enésima vez en el día, a punto de tirarme al agua para separarlos, sin más, Lukas agarro a su hermano de la camisa y parecieron a unos metros del lugar que me encontraba, chorreando agua, logrando salpicar mi ropa dejándoles grandes orioles de color obscuro y dándome un buen susto.

Mire a mi hermano menor frunciendo el seño, escuchando sus palabras tristes y devastadoras, no podía creer que el pensara eso de el mismo, y menos teniendo a Alexia para criarlo- claro que no Lukas… no eres una persona mala… mucho menos un asesino- di unos pasos hacia el sin saber qué hacer, minutos antes nos había atacado por lo que me dejaba muy pocos indicios de cómo reaccionaría si rosaba sus manos con las mías para contenerlo o algo por el estilo- y claro que no te matara-le eche una mirada a Alec- tendría que pasar por mi cadáver primero… y seguramente por el de Alexia también- menee la cabeza sintiéndome demasiado melodramática- además… no creo que puedas dañar realmente a alguien- dije no muy segura de mis palabras, recordando los sucesos anteriores, volviendo mi mirada a Luk.

Me solté de un tirón de su brazo que tenía aprisionada mi solapa, ahora en estos instantes quería cumplir sus palabras, hacerle el gran honor que desapareciera de esta tierra, pero no pude, primero estaba Darya y luego los recuerdos de mi madre, rechine los dientes apretando los puños, porque todo tenía que ser tan difícil, aparte, no quería ser un asesino como lo era mi padre, no quería matar a mi hermano y luego lamentarme toda la vida, no, yo no era así, aunque tuviera las agallas no lo haría y no por él, no por Lukas, si no por mí y mi familia, tomé un poco de aire para calmar mi descontrol y mi mente tarareo la canción que nos cantaba Alexia para dormir, yo no quería hacer nada, no quería decir nada, pero Darya esperaba algo de mí y como siempre, terminaba complaciendo a mi hermana.

-no, no te are nada, porque no vale la pena, supongo que quedamos a mano, tú tienes resentimientos hacia mí y yo ahora los tengo contra ti, no espero tus disculpas porque no las dirás y yo a ti no te tengo que pedir disculpas por nada, si fue porque nos fuimos con Gabriel, es tu problema como lo tomes pero yo jamás me espere esto de ti Lukas, jamás.

Me voltee molesto, si, estaba bastante irritado, no quería que Darya digiera nada ni si quiera que me tocara, estaba molesto, herido y desilusionado, estaba más triste que nunca, pero como siempre no dejaría que los demás supieran mi dolor, miraba al frente como si estuviera desconcertado caminando a zancadas, sabía que tenía que haber una segunda vez donde nuestros rostros se volvieran a encontrar, ahora, no sabía cómo reaccionaría, ¿lo ignoraría? ¿Le miraría con odio? ¿Intentaría golpearlo? ¿O simplemente no haría nada?, no sabía, no sabía qué hacer, pero si lo que quería que esto terminara ya, quería volver hacer hermano de él, pero al parecer los dos éramos bastantes orgullos y arrogantes que a lo mejor jamás pasaría al menos que nos obligaran, maldita sea ser como Gabriel y él… al parecer mi cabeza no quería asimilar lo que sucedía y mis pequeños sentimientos hacia él tampoco, pero yo, me obligaba a no volver para no verle, para no arreglar las cosas y ser un poco más comprensible, no, no lo haría, quizás en otro momento pero ahora quería cambiarme de ropa, me desagradaba andar todo húmedo en estos lugares.

Se calmaba y se alejaba, y ahora me obligaba a guardarme mi orgullo, a sentir más rencor hacia él porque no tendría yo el valor de hacerlo por mí mismo, incluso si lo deseara tanto al final Maythar iba a detenerme porque se negaba a desaparecer para siempre.

Suspiré hondo mirando con odio su espalda mientras se alejaba, por un instante miré a mi hermana, ella no podía odiarla… era tan parecida a mi madre, desde sus ojos hasta su forma de actuar, era noble como la misma Alexia, pero bastante tonta como para creer que no había nada malo conmigo, para creer que los monstruos existían en sus vidas y yo era uno de ellos.

—Tú no sabes nada—siseé a Darya con voz mesurada, de la forma más tranquila que me fue posible—Ninguno de ustedes lo entiende; desde que se fueron muchas cosas cambiaron así que no puedes afirmar que no sería capaz de matar a alguien o de hacer daño a otras personas cuando ya lo he hecho anteriormente.

Me solté Darya y me puse de pie para empezar a caminar del lado contrario al que iba el bastardo de mi hermano, era tan estúpido y a pesar de ser mayor que yo era completamente inmaduro, era incapaz de entender, de darse cuenta, de al menos razonar un poco la situación, era egoísta y sólo pensaba en sí mismo. Lamentablemente el rencor hacia Alec, las ganas de hacerle sufrir y devolverle todo el sufrimiento por el que Alexia había pasado no solucionaría nada ni haría que dejara de ser mi hermano mayor, no obstante no sentía respeto alguno por él, alguna vez como tal lo había merecido, lo había incluso llegado a admirar.