Estás metido en muchos problemas, jovencito (Lud y Luk)

La sangre corría por mis venas como si fuera fuego. Mi ira se había acrecentado conforme el tiempo pasaba en esa espera que parecía eterna; Ludwig y yo estábamos en la sala de profesores esperando a nuestro hijo, las palabras del director todavía estaban presentes en mi cabeza. Estaba completamente furiosa con la varita de Luk entre mis dedos, planteándome la posibilidad de romperla en dos y reducirla a un montón de astillas.

Mientras estaba de pie caminando de un lado a otro en la sala me preguntaba cual sería el mejor castigo para él, definitivamente esta vez se había pasado, no sólo se trataba de una pelea con uno de los aurores que custodiaban la academia, sino también aquel asunto que desconocía sobre una esclava bajo su posesión ¿Cómo había sucedido? De pronto sentí un extraño vacío y fuera de la furia me sentía completamente decepcionada como madre, un hijo que hacía lo que le daba la gana como si no existiéramos, sin mencionar la ausencia de mis gemelos que se habían ido también por mi culpa.

Suspiré profundamente y me acerqué a la ventana, miré por ese cristal el mar allá a lo lejos y a los chicos corriendo y divirtiéndose en los terrenos de la academia… aquellos tiempos habían sido bastante sencillos, los problemas de adolescentes por los que habíamos pasado en ese mismo lugar, no se comparaban con los actuales.

Clack ~ Clack ~ Clack

Los tacones resonaban de ida y de vuelta, golpeteando el suelo de manera ligeramente enervante, y mis ojos vagaban junto con el sonido, de ida y vuelta mientras observaba a Alexia furiosa como una bestia enjaulada, aspiré profundamente el humo de mi cigarro, espirando luego con mucha calma, sabía que esto sucedería tarde o temprano... Desde el momento en que mi hijo me había comentado algo de sus pequeños jueguecitos, ahora... También tenía clarísimo que tendría probablemente que enfrentar la ira de su madre junto a él...

Pero, no era eso lo que me preocupaba ni de cerca... ¿Había llegado Lukas a esto sólo por rebeldía o por algo más? Desde su nacimiento me había atormentado el temor, de que mi hijo sufriera lo mismo que yo había tenido que soportar durante mi juventud, hasta que el profesor Sun me había ayudado con ello.
Ahora me consternaba la idea de que quizá debí ser más firme al respecto, aquella vez que habíamos hablado sobre el tema, tenía el firme presentimiento de que algo sucedía con el y no quería decirlo...

¿Rebeldía?... esa podía sobrarle, la podía haber heredado de su madre, o de mi mismo, pero la rebeldía nunca llegaba tan lejos, suspiré. deje un poco de ceniza en el cenicero mientras acariciaba mis cienes, ser padre no era fácil, yo no lo había deseado nunca... pero luego de vivir la experiencia, pese a la dificultad, tampoco querría dejar de serlo.

No estoy seguro de las razones que me llevaron hasta aquel punto, todo sucedía increíblemente rápido y por una vez e mi vida no era capaz de controlar la situación, se me había escapado de las manos hasta un punto onírico y vergonzoso. En momentos determinados sentía que no podía más, había un dolor intenso que me desgarraba por dentro combinado con la desazón de haber decepcionado a mis padres; no me había propuesto llegar a herir al auror ni que él me hiciera lo mismo, tampoco era mi intención ponerme en riesgo por defender a una muggle ¿Por qué me había molestado saber que alguien le había hecho daño a Sea? Esa niña era más insignificante que una roca enterrada en la arena ¿Por qué tomaba tantas consideraciones con ella? En estos momentos odiaba a Sea pues por su culpa estaba metido en tantos problemas, pero de alguna manera no era capaz de descargar toda la frustración almacenada en mi interior contra esa chica; había algo en ella que de un momento a otro lo notaba a consciencia, mas no sabía de que se trataba y la incertidumbre me volvía loco.
Ahora tenía que lidiar con mis padres quienes habían sido llamados a acudir después de mi estupidez. De algo estaba completamente seguro: no me iban a felicitar por casi haber derrotado a un auror cualificado, o por defender a una muggle.

No obstante, aceptaría cualquier castigo impuesto, como siempre lo hacía, sin rechistar y acatando las decisiones de mis padres. Tampoco me sentía con el humor suficiente para discutir…

Puse la mano derecha sobre el pomo de bronce de la sala de profesores, podía escuchar dentro el sonido de pasos ir y venir, pasos de una sola persona, pasos que hundían los tacones de sus zapatos en el suelo con fiereza firme, solté un suspiro resignado antes de entrar. Abrí la puerta y pasé en silencio cerrando tras de mí, vi a mis padres: Alexia se detuvo y me miró con el ceño fruncido, Ludwig parecía indiferente como de costumbre. Me acerqué más e hice una reverencia educada.

—Buenas tardes, padres—mi voz sonó apagada y sin ganas, respetuosa como debía ser— Lamento que hayan tenido que venir. Pido disculpas por mi comportamiento.

Volví a hacer otra reverencia y alcé la mirada para ver a uno y a otro.

Habría deseado que Lud dijera algo que me calmara o desviara mi atención de las infinitas formas de tortura que estaba pensando aplicar en mi hijo, pero estaba allí sentado con su acostumbrado porte elegante fumando su cigarrillo… me pregunté si eso le mantenía en calma, las volutas de humo se elevaban en el aire como fantasmas danzantes absortos de la tensión que se sentía en la estancia, fruncí el ceño exasperada de ver a Ludwig fumando, no me gustaba, siempre lo había odiado y ese no era el momento indicado para soportarlo. Le arrebaté el cigarrillo de entre los dedos y lo planté con fuerza en el cenicero extinguiendo la braza que le hacía consumirse poco a poco, casi terminó destrozado en el cristal ya manchado de negro.
Le miré una vez más con el ceño fruncido y la a puerta se abrió, y volví en aquella dirección, me esforcé por no parecer sorprendida y mantenerme inmutada al ver a mi hijo y aquellas marcas que la pelea con el auror le habían dejado: tenía un cabestrillo en el brazo izquierdo y algunas heridas que aún no cicatrizaban por completo en su rostro.

—Ahórrate los protocolos, Lukas. —dije tajante.

Crucé la sala hasta llegar a donde estaba él, alcé el brazo y le planté una cachetada en la mejilla derecha tan fuerte que le volteó el rostro hacia un lado y le di otra más del otro lado.

— ¿En que estabas pensando? Enfrentarte con un auror y agredir a una de tus compañeras… teniendo a una… Esclava A nuestras espaldas. —Mantuve la voz baja en todo momento pero era dura y en cada sílaba se reflejaba mi ira, le miré con frialdad poco conmovida por su expresión dolorosa— ¿Por eso querías venir a Greenwitch? ¿Para hacer lo que se te diera la gana? ¿Vernos la cara de idiotas a tu padre y a mí? Es obvio que sigues siendo un niño arrogante y estúpido que va por ahí creyéndose un rey, nueva noticia, Lukas Von Weillschmidt, no lo eres y tampoco mereces ir por allí llamándote elfo o futuro conde… un elfo sabe usar la magia con responsabilidad, tu en cambio vas lanzando hechizos a lo troll, torturando como si fueras un vil mortífago ignorante. Y viendo que no sabes hacer magia ese “don” te será negado hasta que reflexiones sobre tus actos mundanos.

Tomé la varita de Lukas frente a él por cada extremo y la partí por la mitad frente a sus ojos.

Entorné la mirada cuando alexia quitó el cigarrillo de mis labios, sin reprochar nada al respecto al notarla tan nerviosa. Podría haberle dicho algo, pero realmente tampoco sabia que tipo de cosa la podría haber tranquilizado de sus inquietudes de madre, no se si había caído en la misma sospecha que yo, quizás eso era algo que tendríamos que comentar más tarde, de momento.... Debiera encargarme de que no se le pase la mano con nuestro hijo, a veces pareciera que Alexia olvida como fue en su juventud, cometemos errores, los errores de lukas claramente no eran como los que ella o yo cometimos, pero su historia tampoco era la misma.

Cuanto entró Lukas en la habitación me erguí observándolo minucioso, parecía tranquilo, pero muy bien podían ser apariencias, realmente mi hijo había heredado mucho mas de mi de lo que me habría gustado en realidad, suspiré al escuchar el inmediato ataque de Alexia y lamentablemente no pude actuar antes de que rompiera su varita, la verdad era que mi esposa podía ser bastante abrumadora cuando se enfadaba.... Me levanté y puse una mano en su hombro.

-Alexia, querida... deberías escuchar sus razones antes de atacarlo así.... Y, hay algo más, Lukas tuvo mi autorización para conservar a esa esclava- declaré, sabiendo que ahora su furia decaería sobre mi, así que di mis explicaciones antes de que me aplastara con esta como le gustaba hacer.

-Pero tuve mis motivos, como el ha de haber tenido los suyos para hacer lo que hice, creo que aun no comprendes del todo como se mueve el mundo de la monarquía alexia, si lukas dejaba ir a esa niña, en menos de una semana ya hubiera sido capturada nuevamente.... Y... Sólo confió más en nuestro hijo que en cualquier monarca que la pudo haber adquirido entonces - terminé y me volví a sentar, deseando prender otro cigarrillo.

Sentí que la sangre huía de mi rostro y que el suelo se hundía bajo mis pies, mi atención se desvió de Lukas hacia las palabras de Ludwig las cuales escuché con atención y cada una se volvió desesperadamente abrumadora, por un momento me sentí traicionada, como si de pronto hubiera confesado que nuestro matrimonio era una farsa para alimentar su ego, o que me había engañado con otra mujer.

Apreté los puños a mis costados y la mandíbula para no descargar contra él algo de lo que posteriormente me pudiera arrepentir, sólo sabía que esta noche alguien dormiría en la habitación de huéspedes. ¿Cómo se atrevían esos dos a ocultarme algo tan serio? ¿Ludwig no confiaba en mi acaso? ¿Y qué había de Lukas… el único hijo que me quedaba?

—Que no me guste como funciona la monarquía, Ludwig… no significa que no la entienda—le espeté duramente, repentinamente más furiosa aunque dolida —Debiste habérmelo dicho, debieron haberlo dicho los dos… sin embargo dudo que ese permiso justifique todo lo demás, o ¿también le diste permiso de comportarse como tú cuando estudiabas en Greenwitch? —esbocé una sonrisa meramente irónica y miré primero a Lukas y después a Ludwig sin ser capaz de medir ya mis palabras—Me pregunto a ¿Cuántos ha intentado matar ya? O ¿cuántos ha matado sin miramientos? Pero no importa ¿verdad?… tiene el permiso de su padre, son monarcas, pueden ir por la vida haciendo y deshaciendo… no tienen idea de cuanto me cuesta tanto entender eso.

Aparté de mi hombro la mano de mi esposo con displicencia como si su tacto me asqueara, no recordaba la última vez que me había sentido tan molesta con él, la última vez que había deseado matarle con mis propias manos, o la última vez que quise dejar de dirigirle la palabra. Crucé la habitación y fui a sentarme a uno de los sofás, dejé los trozos de la varita sobre la superficie de la mesa y les di la espalda a ambos.

Suspiré y masagee mis sienes, como siempre... me abrumaba sentir la furia de Alexia, no deseaba hacerle pasar malos momentos, y al casarme con ella habia tenido la firme determinación de tratar hacerla lo mas feliz posible, ya en nuestra juventud habia hecho lo suficiente contra ella como para pasar una vida sin volver a molestarla.
Pero allí estaba de nuevo, haciendola sufrir... Podía entender que se sintiera traicionada. La verdad no debía de haberle ocultado lo de Lukas, pero habia tenido mis motivos, entendia como se sentía Alexia respecto al hijo que le quedaba, no obstante, los tiempos no estaban como para seguir volviendo a Lukas el niño mimado de mami, tenía que enfrentarse al mundo, probar el veneno y pasarla mal para madurar...

Tal y como yo probablemente no podía entender las aprehenciones de madre de alexia, ella probablemente no podía comprender la prueba por la que debí pasar yo... y por laque sospechaba Lukas también tendría que pasar.

A diferencia de ella, quien a pesar de la pudredumbre de su familia conservó siempre una hermosa luz en su interior, nosotros no teniamos esa capacidad de ser intrisicamente buenos, la maldad esta allí asechando cada una de nuestras decisiones, basta u descuido y toma el control... En nuestro caso, nuestro enemigo somos nosotros mismos.

En mi caso, había tenido que ir muy lejos antes de refrenarme a mi mismo, antes de encontrar el soporte y mi pequeña luz personal ¿Que tan lejos tendría que dejar ir a Lukas?
Por mas que lo intentara no me podía preocupar, ni afligir si en pos de los humanos o quien fuera que resultara dañado mientras mi hijo descubria su camino...

No me podía interesar en alguien que no me importara ni conociera de nada.... Alexia si.

Y me bastó llegar a ese pensamiento para comprender el motivo de su enojo, iba más allá de lo que necesitaba o lo que ayudaría a Lukas.

Miré con algo de nostalgia a mi hijo antes de despeinarle y salir al balcón, deberia haberme acercado a Alexia pero ¿Que le diría?... A pesar de todo su realidad seguía siendo distinta a la mia, y lo que era peor... a la de nuestro hijo.

Ya en el balcón volví a prender un cigarrillo, quisiera que Lukas hubiera salido completamente a su madre, o inclusive hubiera preferido que fuera humano a que heredara nada de mi, lamentablemente... Ya nada podía hacer con ello, lo que quedaba ahora era decidir un castigo y luego hablar con Alexia... No quería hacerlo, temía defraudarla.

Aún estaba anonadado por ver mi varita partirse en dos delante de mis ojos, me había dolido más de lo que me gustaba aceptar, había sido como si me hubieran quitado una parte de mí… pero me lo merecía, asumí aún incrédulo.

Miré a uno y después a otro. La furia de ella tan predecible que no me inmuté, así era Alexia y ya me había acostumbrado que sus palabras me fueron simples y repetitivas, como un desagradable dejavu, en cambio, Ludwig se quedaba fuera de esto como de costumbre; a veces, me cuestionaba si le temía a mi madre, o si de verdad le importábamos.
No estaba seguro de lo que hacía allí en medio de la sala, cada uno de mis padres se había marchado por su lado, dejándome plantado en medio como un completo idiota… algo furioso se removió en mi interior, como si parte de mi alma no fuera mía, apreté los puños tan furioso como él. Y, de pronto, como si apenas entrara en la cuenta de las palabras de Alexia sentí que estas se clavaban como cuchillos en mi pecho, ella no entendía nada, empezaba a juzgarme como todos los demás… mi propia madre me veía como la abominación que yo era.
Es algo que no puedes ocultar, Lukas se burló Maythar. Siempre lo ha sabido y le das lástima… pero tampoco quiere que “lastimes” a los que ella si quiere… eres un estorbo… deberías hacer lo que yo te digo… tu y yo haríamos grandes cosas juntos… seríamos poderosos…

Observé la espalda de Ludwig en el balcón y luego a Alexia sentada con el ceño fruncido y los brazos cruzados también dándome la espalda… como los odiaba a ambos, los detestaba.
Caminé hacia Alexia poniéndome frente a frente con ella, me quité el molesto cabestrillo del brazo y puse ambas manos sobre el descansa brazos de su sofá, me agaché para quedar a su altura.

—No necesito una estúpida academia para hacer lo que quiera, Madre—siseé maliciosamente y esbocé una sonrisa siniestra—Yo siempre hago lo que quiero, torturar, matar, no tienes idea de lo fascinante que es… la agonía de los otros es mi fortaleza, su miedo es mi poder y no pueden hacer nada para evitarlo… NA-DA. —Golpeé con fuerza los reposabrazos y me acerqué mas a ella todavía, podía ver en el fondo de sus profundos ojos azules el miedo y me gustaba. Levanté mi mano y la cerré alrededor de su cuello, parecía tan hermosamente frágil—Me tienes harto, Alexia, siempre tratando de ocultar lo que soy, tratando de mantenerme sometido como un vil y asqueroso muggle… como un repugnante animal ¿Eso es lo que soy para ti? —Apreté más su cuello—¡Dímelo!

Una ira incontrolable e inentendible recorría el interior de mis venas como llamaradas de fuego… miraba a los ojos de aquella doncella dulce que era mi madre, pero no podía parar por más que lo deseara… una parte de mi quería eliminarla.

Un temor frío heló de pronto mi espalda, enviándome fuertes holeadas de malos presentimientos, respiré con profundidad.... a mi espalda solo se hallaban mi esposa y mi hijo, ninguno de ellos representaba ningún peligro... Ninguno...
Me giré con agitación y observe, por segundos paralizado, como las únicas personas importantes en mi vida, representaban ante mi una escena que había sido durante años mi mayor pesadilla...
Solo que ahora no era yo quien sujetaba el cuello de Alexia...
...Era mi hijo...
... Su hijo...
...Nuestro hijo...

Entonces reaccioné con celeridad, en menos de un pestañeo estaba a su lado, alejando con firmeza a Lukas de Alexia, golpeando con igual firmeza, aunque no de manera especialmente brutal al primero, esperando que de esa manera pudiese volver en si mismo, lo tomé del brazo y le obligué a mirarme.
-Lukas, te necesito acá en todas tus facultades, domínate- ordené, aunque puede que yo tuviese incluso más miedo del que el podría llegar a tener respecto a lo que allí estaba sucediendo.
Me giré con preocupación unos momentos, observando a Alex con cuidado , casi como si mi mirada pudiese dañarla más...
-Alex... ¿estas bien? -pregunté, mi tono dudando un poco.

La energía maligna de Maythar vibraba dentro de mi cuerpo como una peste que me consumía, no podía controlarlo una vez más y mi mano se asía con fuerza al cuello de mi madre, no podía detenerme, no quería hacerlo, sólo quería terminar con aquello de una vez por todas; la sangre hervía en mis venas al mismo tiempo disfrutaba de aquello como una urgente necesidad de sangre y dolor ajeno.

Entonces, de pronto una fuerza mayor que la mía me alejó de ella en contra de mi voluntad, gruñí furioso intentando liberarme pero antes de que pudiera hacer algo recibí un golpe que me sacó el aire, busqué con la mirada a ese intruso y encontré a Ludwig sosteniéndome… quise devolverle el gesto pero él era más fuerte que yo y no me dejaba moverme… encontré su mirada y se la devolví con profundo odio. Poco a poco sentí como Maythar empezaba a quedarse fuera de aquello, dejándome con las consecuencias de sus actos; respiré agitadamente y dejé de intentar luchar contra mi padre, así mismo traté de alejarme de él invadido por el miedo, estaba temblando de pies a cabeza, esto se estaba saliendo de control, cada vez era más constante y no era la primera vez que trataba de matar a alguien que era importante para mi, primero mi hermano y ahora mi madre.

—L…lo siento… —balbuceé con voz estrangulada, sin saber que otra cosa decir al respecto.

Logré liberarme de Ludwig y me alejé de él y de mi madre lo más que pude, hasta el límite de la habitación, me recargué contra la pared y me dejé caer en el suelo, hundí mi cara en mis manos, esperando la reprimenda por la tontería que recién acababa de cometer.

Miré a Lukas con los ojos bien abiertos, su repentina reacción me había sorprendido, había visto aquello muchos años atrás con mi esposo, aún así no me dejaba de sorprender lo que veía y me dolía verlo directamente de mi hijo porque sabía (más no entendía) el sufrimiento que estaba pasando. No pude moverme, traté de parecer tranquila pero en realidad estaba en shock.

Lukas tenía demasiada fuerza, apenas podía respirar pero no me atrevía a hacerle daño a mi hijo, era diferente luchar contra él que luchar con Luthakith. Mi vista empezaba a nublarse hasta que de pronto se apartó. Me costó trabajo darme cuenta que había sido gracias a mi esposo.

Instintivamente me llevé la mano al cuello tratando de llenar mis pulmones de aire. Busqué con la mirada a Lukas y a Ludwig, encontré la mirada del segundo y asentí respondiendo a su pregunta ya que no encontraba la manera de articular palabras, sin embargo, mi mirada iba cargada de algo más… preguntas, muchas preguntas…

¿Qué estaba pasando con Lukas? ¿Era… un monstruo como Lud lo había sido antaño?

Observé con atención a Alex, pese a que en ningún momento deje de prestar atención de refilon a mi hijo, esperaba que no escapara e hiciera una tontera.... Pero antes de hablar con el, tenía que saber como estaba Alex si había sufrido algún daño, y mas que nada.... que tipo de reacción, al ver que su hijo, su adorado Lukas... Tenía el mismo problema que nos había costado años de sufrimiento.

Una vez la vi asentir con levedad, volqué toda mi atención en Lukas, no me gustaba ver como se encontraba en estos momentos, percibir en cierto grado la vergüenza y el miedo que le invadían, tan enormes como para exteriorizarse en un chico que pocas veces demostraba algún tipo de emocionalidad, y todo... todo gracias a la maldición que yo le había heredado, mi maldita herencia... Como si no fuera suficiente todos los obstáculos que había tenido que pasar para alcanzar mi felicidad... para poder vivir con quien amaba...

La asquerosa sangre que corría por mi venas, la sangre de esa mujer, se resistía a dejarme siquiera un resquicio de mi vida en el que no sintiera, profundamente mi propia naturaleza... En estos momentos, viendo lo que sucedía a mi hijo por el simple hecho de ser precisamente "mi" hijo, hizo que detestara a esa maldita mujer que me había traído a este mundo mas de lo que nunca lo hice por mi propio sufrimiento, la odiaba...a ella y a mi mismo. Por no ser todo lo buen padre que debía a Lukas, por no estar lo suficientemente atento como para haber notado hace tiempo, que esa parte oscura había despertado ya en él.

Pero todo ello había acabado... Ya no más, iba a ayudar a su hijo, costase lo que costase. Con pasos lentos, meditados, avancé hasta acuclillarme a su lado, posando con firmeza y suavidad mi mano sobre su hombro...

Vamos Lukas, tenemos mucho que hablar -le dije con suavidad, y mire de lado a Alex, sonriendole tranquilizadoramente antes de desaparecer de allí, con lo que pensaba hacer... No se me ocurría ningún lugar mejor, que el viejo bosque de Death Island, aquel oscuro lugar que tantos recuerdos, hermosos y terribles me traía.

No tuve el valor para mirar a mi padre a los ojos y me pregunté si él sabía acerca de lo que pasaba… verdaderamente me avergonzaba dejarme envolver por ese ser repulsivo, pero tampoco podía evitarlo, porque me agradaba sobremanera el poder que, sentía correr por mis venas, el deleite que me embargaba al oler la sangre y percibir el dolor.

De pronto, mis pulmones se llenaron de un aire fresco, húmedo y denso, hallábame en lo que según yo creía era Death Island, conocía el lugar como isla que resguardaba mis mas extraños delirios. Curiosamente para muchos era un lugar perturbador, para mi resultaba ser todo lo contrario, me fascinaba pasar el tiempo aquí, claro… eso mis padres no lo sabían principalmente a Alexia no le gustaría saber que su “pequeño” hijo andaba vagando por lugares “peligrosos”.

Alcé la mirada para observar a Ludwig, aprecié en mi un dejo de rencor hacia él, de verdad no entendía a que venía ahora a fingir alguna clase de preocupación o comprensión, ó quizás no era nada de eso y en realidad estaba molesto conmigo por atacar a mi madre.

— ¿Qué quieres? —le espeté con dureza dejando atrás cualquier clase de educación inculcada.

Recobré la compostura lo mejor que pude, me puse de pie recargado sobre el tronco de un árbol y crucé los brazos esperando con aburrimiento alguna perorata, al único y clásico estilo de Ludwig.

Mire a mi hijo y casi suspiré nuevamente, como yo en antaño.... Sabía que lukas se negaría a escuchar cualquier cosa que pudiera decirle, sobre todo porque no teníamos la cercanía que el posee con su madre... Carraspee y me senté por allí también, sin mirarlo directamente... las conversaciones de padre... Jamás habían sido mi fuerte.

-Hablar claro... No pretendo que me cuentes nada que no quieras, pero...tal vez...-le miré entonces, aunque le no me mirara - tu si quieras escuchar, ciertas...cosas que jamás te hemos contado- espeté, era momento de hablar directamente de todo con mi hijo, ya había dejado de ser un niño, y si seguíamos tratándolo como uno pronto nos arrepentiríamos.

-Dime Lukas, al menos quieres escuchar ello? -pregunté de todos modos, tenia que asegurarme de que no tenia una nueva pataleta y me escucharía con toda la seriedad que le confería el nuevo estado de chico mayor que acababa de tomar en mi mente...

Callé mientras esperaba su respuesta, divagando levemente sobre el lugar donde estábamos... quizá debiera empezar a contarle las cosas precisamente, por death island.... Después de todo, había sido parte importante de mi destino desde mi llegada a Greenwitch, esta oscura isla...

Era extraño estar ahí ahora con mi padre como en una charla sincera de padre a hijo, aunque no cualquier charla, evidentemente no hablaríamos de sexo o de chicas, esos temas resultaban absurdos, al menos a mi me parecían irrelevantes y era en lo último que pensaba en estas circunstancias. Tampoco imaginaba ni por poco lo que quería contarme, pero me picaba la curiosidad saber lo que tenía que decirme, si me dirigía seriamente la palabra por primera vez, valía la pena.

—Supongo que tengo tiempo de escuchar lo que tengas que decir… —dije y me senté en el suelo frente a él, aunque aún sin mirarle directamente—siempre y cuando no sean una sarta de mentiras para ocultar la realidad, como de costumbre lo hacen tu y Alexia.

Sí, estaba harto de ser tratado como un niño, creo que ya les había demostrado innumerable cantidad de veces lo maduro que podría llegar a ser, me había comportado por mucho tiempo como me habían dicho que me comportara, había acatado ordenes siempre, había respetado la decisión de mi madre de tenerme recluido en casa como… ¡eso era! Nunca había querido que asistiera a un colegio de magia porque yo era un monstruo altamente peligroso… pero ¿por qué no habían sido sinceros conmigo? ¿No se suponía que así eran las familias? Aunque a decir verdad, no éramos exactamente una familia común… no como las que había visto, no como los Montesco…

— ¿Por qué hasta ahora “quieres hablar”? —sonaba más a un reproche que a una pregunta.