Primera clase de Cuidado de criaturas mágicas [Prof. D. Jacobi]

Mi primer día como profesor y mi primera clase.

Miré el reloj por tercera vez en el mismo minuto. Estaba nervioso, para qué negarlo. Supongo que era normal, y eso que aún faltaban diez minutos para comenzar, estaba sentado en la mesa del profesor, con la puerta del aula cerrada.
Suspiré, me levanté y fui a abrirla por si algún alumno llegaba antes y quería pasar y ocupar su pupitre, luego me acerqué a una de las ventanas y me apoyé en el marco con los brazos cruzados para observar el exterior, los jardines allá abajo resultaban impresionantes y hermosos. Aquel era un bonito lugar de eso no había duda.
Dejé vagar mi imaginación, era el único modo que tenía de calmarme. Vestía mi mejor y único traje de chaqueta, camisa blanca, corbata y zapatos, quizá demasiado formal pero supuse que para el primer día era lo mejor.
Normalmente vestía mucho más de sport, pero en mi presentación a alumnos y profesores, pensé no solo ser una persona seria y entregada, sino además, parecerlo. Y con aquella ropa lo parecía, lo parecía más que nunca, incluso me había afeitado.

Apenas me reconocía a mí mismo ante el espejo. Volví a observar la esfera del reloj de mi muñeca y suspiré, los alumnos no debían tardar mucho más en llegar. Esperaba que todo fuera bien.

Claro que sí ¿Por qué iba a ser de otro modo?

Me mordí los labios, pero oculté mi nerviosismo he hice frente a la situación con valentía. Por dentro me moría, pero no importaba si no lo exteriorizaba.

-Désolé, pero no se me ocurre ninguna otra criatura -admití en voz alta, tal y como él lo quería. Aparté mi cabello de un manotazo (esperando no dejarlo más desparpajado de lo que ya estaba), y lo miré sólo a él-. Podría decirle varias más, y quizá je chose de bien, pero no diría más que tonterías.

No quería ni imaginarme la cara que estarían poniendo mis compañeros. Además de llegar tarde, interferí con la clase.

Miré a la chica y asentí. Luego miré a los demás y me aparté de la mesa para dar yo mismo la respuesta.

- El Augurey - Dije- Es otro gran depredador de las hadas. Conocido también como "fénix irlandés". Es un pájaro de aspecto delgado y apesadumbrado, y su plumaje es negro verdoso; se diría que parece un buitre pequeño y desnutrido. Es sumamente tímido, anida en zarzas y espinos, y come insectos grandes y hadas. Vuela sólo cuando llueve mucho; si no, permanece escondido en su nido, que presenta forma de lágrima.
El augurey tiene un canto bajo y tembloroso característico; antes se pensaba que presagiaba la muerte. Los magos evitan sus nidos por miedo a escuchar ese sonido desgarrador, y se cree que más de uno sufrió un ataque al corazón al pasar por un matorral y oír el lamento de un augurey que no había visto. Sin embargo, una investigación más minuciosa reveló que este animal simplemente canta cuando percibe que se aproxima la lluvia. Desde entonces, el augurey está de moda como recurso casero para predecir el tiempo, aunque muchos consideran que el incesante quejido que emite durante los meses de invierno es difícil de soportar. Sus plumas no sirven para escribir porque repelen la tinta.

Dije todo aquello mientras me paseaba de vuelta a mi mesa, dando la espalda a los alumnos, y volviéndome hacia ellos una vez terminé de hablar. Suspiré y dejé pasar un momento antes de llamar a la Doxy, que inmediatamente abandonó la mesa de Lukas y volvió a mi hombro.

- Quería terminar la clase de hoy pidiéndoles un pequeño trabajo para el próximo día, algo sencillo y espero que de su agrado: Quisiera que eligiesen una criatura mágica que les guste, o por la que sientan especial curiosidad, y me hagan un pequeño trabajo sobre ella, no es necesario que sea muy expecífico, algunas notas sobre los aspectos más importantes, lo traen a la siguiente clase y hablaremos sobre ello, y si me es posible, traeré aquí alguna de esas criaturas, o iremos a verlas a su habitat natural, si nos coge cerca de aquí.

Esperé a ver sus reacciones ante mi idea y luego miré el reloj, ya casi era la hora de terminar.

- Si tienen alguna duda o pregunta, pueden hacerla, si no, pueden marcharse, todos menos la chica impuntual. Nos veremos el próximo día. Hasta entonces, que tengan buen día.

Me despedí con un pequeño gesto y una sonrisa de la señorita Baroni y, una vez todos los alumnos estuvieron fuera del aula y solo quedó la chica con la que debía hablar, le dirigí una mirada y me crucé de brazos, aún de pie frente a su pupitre.

- Bien señorita, en primer lugar me gustaría saber su nombre si es tan amable, el mío es Dereck Jacobi, y después quisiera escuchar sus motivos para llegar casi media hora tarde, y aún así, atreverse a entrar interrumpiéndo el ritmo de la clase.

Sin duda una decisión que demostraba valentía. Entrar en una clase con ese retraso significaba que, muy seguramente, tuviese una buena excusa que dar para explicar su comportamiento. Me dispuse a escuchar lo que la chiquilla tenía que decir.

¡En la madre! ¿Y ahora qué le digo?

De haber sabido que faltaba tan poco para que terminara la clase ni siquiera me molestaba en levantarme. También me levanté, como deferencia a él, y clavé mis ojos en los suyos.

-Volontiers, soy Christine Blanchard. En cuanto a la razón por la que llegué tarde... -me mordí los labios-. No me gusta faltar a clase, me quedé dormida, no sabía que la sesión casi terminaba -repentinamente me sentí furiosa por esa verdad-. En verdad, lamento haber interrumpido su clase... en especial porque apenas si pude aportar nada a ella.

Eso era todo lo que le diría. ¿Quería excusas? No las había, simplemente la cruda y sencilla verdad. ¿Esperaba que lo convenciera de que no me bajara puntos? Estaba en todo su derecho de hacerlo, así que no me opondría. Quizá otros Sturu quisieran arreglar cuentas conmigo después, pero eso ya era asunto mío.

-Profesor -decidí cambiar un poco de tema, dándole a entender que eso era todo lo que podría decirle a menos que siquiera preguntando-. ¿Podría investigar un poco sobre las familias de magos? Somos criaturas mágicas, después de todo

La escuché con atención, mis ojos clavados en su rostro. Cuando terminó de hablar, mi rostro seguía siendo una máscara de seriedad inexcrutable, asentí y corregí mi posición pasando el peso de mi cuerpo de una pierna a otra. Tomé aire antes de responder.

- Muy bien, señorita Blanchard, así que su excusa para llegar casi media hora tarde a mi clase es que es una dormilona - Asentí una vez más- Quizá también sea una vaga, una descuidada y una irresponsable.

Guardé silencio y la miré. La doxy gruñó sobre mi hombro, un sonido que helaba la sangre.

- Merece un castigo ejemplar... Pero hoy me siento bondadoso. No voy a castigarla.

Aquello era realmente divertido ¿Castigar yo a una pobre chica solo por quedarse dormida el primer día? Ah, magos, qué manera de amargarse la vida...

- Espero que este terrible comportamiento no vuelva a repetirse, el próximo día será la primera en exponer al resto de la clase cuáles o cuál es la criatura mágica que más le interesa tratar.

Nueva pausa dramática, la cara de Christine era todo un poema, estaba preocupada, si tan solo supiera que yo hacía puro teatro, no iba a bajarle puntos ni nada parecido, no habría nada así, a mí esas cosas no me gustaban, era capaz de disculpar un pequeño fallo como aquel, yo me había quedado dormido mil veces siendo alumnos, caray, ¡me dormía aún siendo profesor!

- Respecto a su pregunta, no. No puede investigar sobre magos ni cuentan como criaturas mágicas en mi clase, mejor nos limitamos a las razas más... emmm, salvajes.

Aunque no podía decir que los magos no fueran unos salvajes. Ug, mejor que nadie me oyese decir algo así. Sonreí un poco.

- Puede marcharse, y procure poner a punto ese despertador suyo, eso le evitará muchos problemas señorita. Bienvenida a mi clase, espero la disfrute, hasta el próximo día.